Todo empezó de madrugada. Un trueno; luego, otro, y
otro. Una sinfonía de relámpagos que no hacen caso a nadie va de donde quieren
a donde les apetece. Se adueñaron del cielo. Salieron como niños desbocados a un
recreo imaginario. Un chaparrón. A ratos hasta parecía que llovía. Lluvia
sórdida, olor a tierra mojada… Se va la luz.
Lo había anunciado el hombre del tiempo. “Mañana
puede llover” y claro, acostumbrados a
los desaciertos meteorológicos que anuncian agua y no cae una gota ni cuando parece que las
nubes se abren de un momento a otro. Incredulidad, - por mi parte – total. Pasó
un rato; no venía la luz.
El lubricán cabalgaba a lomos de los cerros de los
Lagares. Las primeras luces del día apuntaban por Oriente. De Oriente vino la
vid y el olivo, la paloma mensajera de los fenicios, la Democracia de los
griegos, el Cristianismo y la Lengua, y
el Derecho de los romanos.
De Oriente, cada mañana, sin fallar un solo día,
viene la luz. La luz de amanecer de estos primeros días del verano es una luz
intensa, fuerte; es una luz viva, con fuego en su interior. Madruga mucho,
tanto, que a las seis ya se ve y a las seis y media es de día…
Seguía sin venir la luz, la otra luz, la luz de los
hombres. Alguien dice que con cuatro gotas no funcionan los semáforos, se
paraliza la civilización hipotecada hasta las trancas por el consumismo…Se para
medio país y como la otra mitad no puede funcionar si ella, pues entonces se
paraliza el país entero.
Tormenta de verano. Durante toda la mañana el cielo
no ha tenido el azul propio de estos día. Estaba como sucio, con esa suspensión
de polvo que dicen que viene de las tierras desérticas de África; el cielo
estaba feo.
Ronda mi calle - como en la copla - un cielo entolado de nubes negras. Puede
repetir la tormenta; repite a media tarde. Humedad; calor sofocante… Corren un río de agua por el adoquinado.
¿Será una premonición al otoño que viene? Me preocupa. El otoño está detrás de la
esquina. A lo mejor, para entonces… ya está regularizado el suministro
eléctrico; ahora sigue tronando en la lejanía…
Un magnífico retrato -con flash- del verano. El flash lo ponen los relámpagos, qué mejor flash.
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