Por cierto el cielo está gris y como legañoso. Es un cielo
como aquel que veníamos tras el ventanuco de la clase nauseabunda en el caserón llamado escuela en
la plaza Baja… Un cielo raro, impropio de la primavera y del mes de mayo
florido y colorista.
Al comienzo del siglo XX un aragonés, tozudillo de mollera –
como muchos de aquella tierra – pidió una regeneración para España. Joaquín
Costa, que así se llamaba, quería: “agua, caminos y escuelas”.
Han pasado muchos años. ‘Agua’, entonces como ahora, se
relacionaba con progreso, modernidad y calidad de vida; ‘caminos’, era sinónimos de comunicaciones, ruptura con el
aislamiento; ‘escuelas’ ¡Ay, Dios! ¡Escuelas!... Pongan, ahí todo lo que
quieran. Se quedan cortos.
Escribo estas líneas y la radio habla de participación en
los comicios; la televisión ha puesto imágenes de los que van a votar… Es decir
lo de siempre. Dentro de un rato vendrá la realidad. Castilla será un mar sin
agua y a los trigos los ondularán las olas del viento.
De estas elecciones saldrá un pan que como hogaza del buen
pan castellano nos permite andar – ‘con pan y vino se anda el camino’, dice el
refrán – por este suelo patrio (perdón por lo de patrio) durante cuatro años. Puede salir, también, un
gallinero con mucho cacareo y pocos huevos… Ya mismo lo sabremos.
Cantaba el Nuevo Mester de Juglaría a la Rebelión Comunera.
Hablaba de laderas verdecidas, de chopos estremecidos, de colmenas
enjambradas…de conciencias sobornadas de los que el pueblo envía como portadores de sus protestas.
Desde entonces ya
Castilla - ¿solo Castilla?- no se ha vuelto a levantar… ¡Por lo que más
queráis!; desde ya, y a quien proceda: Educación, pan y trabajo. Si se consigue
lo primero, los otros dos, vienen; seguro.
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