Esta mañana luminosa de mayo y con algo de calor parece que
el aeropuerto de Málaga tiene programada la recepción de muchos pájaros de
estos. Tantos, que son una banda. La
banda por la frecuencia y por el ruido es numerosa. Puede que mañana o dentro
de un rato las noticias digan que batieron un récord de operaciones o de
viajeros o de vaya usted a saber.
Cuando miramos al cielo,
a veces, se ven hasta cuatro de esos pájaros hechos para volar de otra
manera. Todos siguen una línea recta. Son muy obedientes estos pájaros y no se
salen de su camino.
Cuando uno de estos pájaros se pierde por el horizonte de los
Montes de Málaga; otro ya está sobre Sierra Aguas; otro, casi apunta con su
pico – que como ya vienen bajos enseñan los colores: azules, grisáceos, rojos,
celestes…- al Hacho. Y el cuarto, casi por la vertical de nuestras cabezas.
Pero hoy estos pájaros tienen un hálito de tristeza. A media
tarde de ayer, uno de ellos, hacía un vuelo de pruebas. Dicen que perdió la línea recta y la tangencial con el
suelo. Ni fue a su sitio, ni fue a la pista deseada. Ahora buscan las causas
del porqué ese pájaro tan bello, tan perfecto, tan sincronizado no hizo las
cosas como debía hacerlo… Se ha llevado por delante cuatro vidas.
Es temprano. Ya calienta el sol. Pienso en aquella otra mañana
lejana. Lo contaba Juan Ramón. Diana jugaba con Platero…Platero ponía las
orejas de punta, “cual dos cuernos de pita, la embiste blandamente y la hace
rodar sobre la hierba en flor”.
El Airbus de Sevilla, ayer,
se encontró con otros cuernos de pita, - dicen que un tendido eléctrico
- no rodó blandamente y el sembrado no fue la hierba en flor. No. Fue un
sudario negro de humo y muerte…
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