El gañan se levantó antes de ser de día. Avivó las ascuas de la candela que ardían desde la noche
anterior y calentó un poco de café en una cafetera de porcelana vieja y abollada.
Luego, con sueño y casi dormido sacó de la alacena una talega de morcelina a la
que tiempo había quitado color. En la talega tenía preparada la comida.
El gañán puso la talega en las alforjas. Dentro de la talega
llevaba tocino, morcilla, un cuarterón
de pan, una fiambrera con tomates fritos…Volcó un cántaro boquino y saco agua; llenó la cantimplora. Presionó el
tapón de corcho; ya no goteaba. Quedó bien cerrada. Luego, con un movimiento
mecánico la puso en uno de los bolsillos de las alforja en el lado contrario a
donde iba la comida.
La cuadra olía a paja. Flotaba un vaho caliente y los mulos
apuraban el sebo de la pastura. En los tiempos de sementera a los mulos se les
daba una sobrealimentación: pienso molido de cebada, maíz y sorgo…
El gañán se alumbrada con un candil de aceite. Con un gancho
de acero largo removió la torcía que impregnada en aceite ardía más y el pabilo
ofrecía más luz. Colgó el candil en un clavo en la pared frente a la pesebrera,
donde comían los mulos.
Sacó la yunta. Amarró
los mulos en dos estacas separadas entre sí varios metros. Sobre los cuellos
les puso unas colleras de lona recia rellenas con granza de paja. Las amarró
por la puntas romas, prietas, una contra otra. Cambió las martaguillas por dos
jáquimas de cuero con anteojeras…
Al pasar por el pozo, junto a la cañada, sacó un par de
cubos de agua. Bebieron los mulos hasta dejarla sobrada. Arrimó el que estaba
aparejado al borde del pilar y de un brinco saltó y se sentó a horcajadas sobre el aparejo.
Apuntaban las primeras luces del alba. Cuando el gañán llegaba
a la besana, entre los terrones del barbecho ya cantaba alguna alondra, entre
los terrones del barbecho; recibía la vida que
llegaba con el día. El lucero del alba, por el cielo, muy alto,
aminoraba su fulgor…
El gañán se llamaba Paco?
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