El ‘mixto’ de la mañana llegaba muy temprano. Cuando se
presentía próximo el tren, entre los viajeros y el personal de la estación se
notaba un cierto movimiento. Aparecía una pareja de la Guardia Civil; un hombre
con un canasto que vendía avellanas... Un mozo traía, en un carrillo de mano,
unos bultos…
En la lejanía se escuchó como silbaba la locomotora.
-
Viene, dijo un hombre, por lo de Molina.
El Jefe de Estación
vestía un uniforme azul oscuro y una gorra orlada con una franja roja. El Jefe siempre salía a
recibirlo. En la mano llevaba un banderín, también rojo, desplegado.
El toque de una
campana intermitente anunció que el guardabarreras bajaba las vallas y cerraba
el paso a nivel. Cuando el tren enfiló la estación, animoró la marcha. El suelo
del andén retumbaba bajo los pies de los viajeros. La máquina era negra y
soltaba vapor a ras del suelo. Al condensarse formaba una nube blanca; los
viajeros parecían fantasmas salidos de la niebla.
Pasó la máquina. Un émbolo grande hacía que girasen las
ruedas. Por la portezuela que tenía echada una cadena se asomaba un hombre. Era
el fogonero; alimentaba la caldera con carbón que paleaba hacia aquel fuego de
infierno. El niño reconoció a aquel
hombre lleno de tizne….
-
Mamá, el fogonero...
-
Sí.
La madre tenía cogida, con fuerza, la mano del niño. Luego
pasó un vagón con varios hombres vestidos de uniformes asomados a la puerta que
estaba abierta. Era el vagón de la paquetería…
Detrás, todos los vagones de los pasajeros. Eran vagones de
madera. Se accedía por los extremos y tenían los asientos largos y corridos.
Encima de los asientos unas repisas servían para que los viajeros dejasen los
paquetes; las mujeres nunca soltaban el bolso…
Al poco, la máquina correspondió con un silbido agudo a la orden de salida. El tren se puso en marcha.
Entro en el túnel; se hizo de noche y, luego, otra vez de día.
A aquel niño de
entonces, una amiga le ha contado que su hermano es conductor de AVE y el niño
grande envidia a ese hombre que conduce
trenes muy rápidos y cruza los campos con una velocidad de diablos y ve cómo se
le viene todo el paisaje, de golpe, de frente hacia él...
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