miércoles, 12 de noviembre de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El tren

                                              
El ‘mixto’ de la mañana llegaba muy temprano. Cuando se presentía próximo el tren, entre los viajeros y el personal de la estación se notaba un cierto movimiento. Aparecía una pareja de la Guardia Civil; un hombre con un canasto que vendía avellanas... Un mozo traía, en un carrillo de mano, unos bultos…

En la lejanía se escuchó como silbaba la locomotora.

-          Viene, dijo un hombre, por lo de Molina.

El  Jefe de Estación vestía un uniforme azul oscuro y una gorra orlada  con una franja roja. El Jefe siempre salía a recibirlo. En la mano llevaba un banderín, también rojo, desplegado.

El  toque de una campana intermitente anunció que el guardabarreras bajaba las vallas y cerraba el paso a nivel. Cuando el tren enfiló la estación, animoró la marcha. El suelo del andén retumbaba bajo los pies de los viajeros. La máquina era negra y soltaba vapor a ras del suelo. Al condensarse formaba una nube blanca; los viajeros parecían fantasmas salidos de la niebla.

Pasó la máquina. Un émbolo grande hacía que girasen las ruedas. Por la portezuela que tenía echada una cadena se asomaba un hombre. Era el fogonero; alimentaba la caldera con carbón que paleaba hacia aquel fuego de infierno. El niño reconoció a  aquel hombre lleno de tizne….

-          Mamá, el fogonero...

-          Sí.

La madre tenía cogida, con fuerza, la mano del niño. Luego pasó un vagón con varios hombres vestidos de uniformes asomados a la puerta que estaba abierta. Era el vagón de la paquetería…
Detrás, todos los vagones de los pasajeros. Eran vagones de madera. Se accedía por los extremos y tenían los asientos largos y corridos. Encima de los asientos unas repisas servían para que los viajeros dejasen los paquetes; las mujeres nunca soltaban el bolso…

Al poco, la máquina correspondió con un silbido agudo  a la orden de salida. El tren se puso en marcha. Entro en el túnel; se hizo de noche y, luego, otra vez de día.


 A aquel niño de entonces, una amiga le ha contado que su hermano es conductor de AVE y el niño grande envidia a ese hombre que  conduce trenes muy rápidos y cruza los campos con una velocidad de diablos y ve cómo se le viene todo el paisaje, de golpe, de frente hacia él...

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