miércoles, 19 de noviembre de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Costumbres

                                             

La mujer vive en una calle cualquiera del pueblo. Se levanta temprano. Con las primeras luces del día ya trajina. No le basta con todo lo que tiene que hacer dentro de la casa; abarca más. Prolonga la faena de la puerta hacia afuera… Vamos, le falta espacio. Un gato rubio y blanco, que vuelve de las cacerías nocturnas, en la acera de enfrente espera que su dueña abra la puerta para colarse dentro.

La mujer primero da un barrido a la acera. El ayuntamiento no la tiene en nómina pero es la operaria más diligente de cuántas podrían fichar; luego, con un recogedor (el recogedor es de color celeste claro) se encarga de no dejar ni rastro de la posible basura acumulada.

Con un trapo quita con cuido, minuciosamente,  el polvillo de  la calle que se ha posado, de ayer a hoy, - porque la mujer limpia cada mañana - en la parte inferior de los hierros de la ventana. La casa de la mujer tiene dos ventanas, con dos rejas, a ambos lados, de la puerta.

Sobresale el escalón de mármol. Está un poco más elevado sobre el ras de la calle. En medio de la fachada  hay una puerta gruesa de madera,  y en medio de la puerta, por encima del ojo por donde entra la llave, un llamador; mejor, una mano de bronce dorado. Siempre está reluciente.

La mujer introduce la fregona en el cubo, frota el suelo; después, con movimientos mecánicos, acompasados,  procuraba que el extremo de la fregona, un amasijo de tiras sueltas y revueltas suelte el agua y el detergente. En el cubo se forma  una espuma fea, que se disuelve al rato en la parte superficial.

Un día, como todos los días, pasé por la calle.

-          Buenos días.

 La mujer respondió mecánicamente, como siempre… Pero aquel día ocurrió algo distinto. La mujer tenía ganas de hablar. Habló; me contó muchas cosas… y cuando terminó, me dijo:

-          Porque ¿sabe usted?, la gente pasa y no saluda.., porque ¿sabe usted?  - repetía la muletilla - se han perdido las buenas costumbres…


-          Sí, señora, pero usted y yo las vamos a conservar…

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