La calle es larga y empinada; un poco en curva. La calle tiene
bancos de hormigón prefabricados solo en uno de los lados. Han sembrado árboles
asimétricos – naranjos y cocoteros - y le dan cierto aire de bulevar; no es una
calle cualquiera.
Tres mujeres frente a la parada de taxis esperan la llegada
de algún vehículo. Están sentadas en uno de los bancos. La mujer más joven tiene un chaquetón que imita a cuero; es morena y fuma
de manera convulsiva; da caladas profundas a un cigarro; el humo, al viento…
Un hombre con una chaqueta a cuadros entra en el bar. El
hombre tiene una barba de varios días. Está desaliñado en la vestimenta; su
pelo, rubio, y sucio. El hombre calza
unos zapatos negros; el pantalón es oscuro.
En el bolsillo de la chaqueta el hombre lleva, doblado en
varios pliegues, un periódico. Se lee la cabecera: “El País” y algo de la noticia de portada: “Cameron quiere echar a
los europeos que en seis meses no logren trabajo…”
En las mesas del bar, junto a la cristalera, un niño pequeño
toma un batido; en otra, dos matrimonios apuran sus consumiciones. Son cuatro y
no hablan entre ellos. La chica que atiende, vuelta de espaldas caminaba hacia
el apartado del mostrador que usan los camareros…
Un grupo de niños incordian con una bicicleta. Hacen
piruetas; se persiguen, se esquivan. Han tomado por suya la explanada que tiene
un mirador espléndido y que mira al campo. Varios jubilados protestan. Los
niños son un peligro…
La frutería tiene
mercancía fresca. Entra por los ojos. Jesús las trajo muy temprano. Clientas en
la carnicería; Félix fuma en la puerta; Paco, en su tienda de decoración ofrece
mucha calidad, demasiada calidad, para pueblo. Vienen de la panadería – porque
en la calle hay una panadería – varias mujeres con bolsas. Hablan, se cuentan,
se dicen que tienen prisas; por las apariencias…
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