Un día cualquiera la vida da un
pellizco en el alma. Puede que en ese momento no se perciba la importancia de
lo que acaba de suceder. Es el punto de inflexión. Inexorablemente ese día se
ha iniciado la cuesta abajo.
Pasa el tiempo y las cosas se ven
de manera diferente. Después, la situación se acentúa. Una profunda melancolía
que, a veces, se intenta disimular se adueña de todo, lo llena todo. Están más cercanos
los recuerdos… Dicen que eso es el
pesimismo de la vejez.
Acabo de leer: “Aguirre, el
magnífico”, Manuel Vicent (Afaguara). Me lo recomendó Barbeito. Excelente
biografía del segundo marido de doña Cayetana Fitz-James Stuart a quien Sevilla
acaba de despedir entre mucho llanto y más cariño.
Cuando he terminado la lectura me
ha quedado el sabor y regusto amargo de quien se siente engañado. ¡Qué quieren
que les diga! Tenía otra imagen del editor de Taurus, del jesuita rojo de
homilías encendedoras en la progresía madrileña… Y, es que la condición humana
tiene poco arreglo.
Leo en la prensa que el ex primer
ministro portugués, José Socrates ha sido detenido. ¿Delito?: presunta
vinculación con fraude fiscal, blanqueo de capitales y corrupción. Venía de
París y…
Está muy lejos, muy lejos: “el
pueblo unido, jamás será vencido”, o Zeca Alfonso que había escrito aquello de “Grandola, Villa
morena / tierra de fraternidad…” De aquella revolución con claveles en las
bocas de los fusiles queda un máximo gobernante camino de la cárcel. Otro más.
Está la tarde gris. Gris de un
otoño plomizo que amaga lluvia pero no llueve, de viento, a veces, racheado y que uno quiere
que se lleve muchas cosas. Ya ven: falsos duques de oropel, gente en llanto. No
hay esquinas con amigos; al pueblo no se le hace ni puñetero caso. Será que la
vida da pellizcos al alma o que uno se va haciendo viejo. ¿O, las dos cosas a
la vez?
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