martes, 19 de agosto de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Héroe ¿sin nombre?

 




19 de agosto, martes

 

Probablemente, nunca conoceremos su nombre; desconoceremos sus aficiones; no abrirá los telediarios. La heroicidad anónima no vende. Su vida la entrega, en este caso, por amor al animal al que protege con su pecho. Dos compañeros, un poco más allá, luchan contra lo imposible; arden los pinos; se destruye toda la vida del bosque.

Unos van, es el caso, vestidos de rojo, su oficio, bombero o similar. Otros, con uniforme verde. Siempre están ahí. Les corta el viento y la marea, contra la noche o el día. No le hacen ascos al fuego, a la carretera, al problema de la inundación por el río desbordado, a la mar embravecida, a la nieve, a la muerte que acecha un poco, solo un poco más allá….

Otros, visten con batas. No importa el color.  Su trabajo, dentro de un quirófano, de una sala de hospital, de un centro de salud perdido entre no se sabe qué montañas o a qué distancia del Centro Sanitario más importante. A cualquier hora de la noche puede presentarse alguien con una pamplina que no es una urgencia o con un problema serio, de los de verdad. Se va a encontrar con la persona que le salvará la vida.

Igual lleva un hábito y no viste a la moda. Pertenece a una Congregación. Ayudan a los que no quiere nadie: enfermos, gente sola, drogadictos, viejos, mendigos, desamparados de la sociedad o de los que creía que eran “los suyos…” Y quién está detrás del hábito – de nombre desconocido – esbozará una sonrisa de comprensión y aliento y se dará con todas sus fuerzas…

Puede estar en medio de la selva tropical y tiene que cruzar tierras de guerrillas. Va a atender a una parroquia lejana. Los framboyán, ahítos de flores rojas, dicen, con ese leguaje con el que, a veces, habla Dios, que Él no nos deja solos. Puede, que la intolerancia de otra religión, en otros países lejanos, incluso, acabe son su vida; puede que…

España arde. Dicen que, si lloviese, a lo mejor podría cerrarle las puertas al infierno. Aparecen críticas contra todos y contra todo. A muchas personas ciega la desesperación; en otros casos llevan razón. Aportan, cada uno ‘su’ solución, pero…

El bombero lleva el perro entre sus brazos; lo sujeta. Huye para alejarse del fuego que tiene a sus espaldas. Nunca conoceremos su nombre, pero sí sabemos que dentro tiene un alma, grande, grande, muy grande.

 

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