lunes, 4 de agosto de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Entre el puente y el río

 

 

              Cocina en Ars. Casa de san Juan M. Bautista Vianney. Dtode Ain. R. de Auvernia Ródano-Alpes


Agosto, 4 lunes

 

Ars – Ars sur Formans – es un pequeño pueblecito entre el Ródano y los Alpes. Está a poco más de treinta kilómetros de una de las grandes ciudades francesas: Lyon. Ars, en el siglo XIX no llegaba a los trescientos habitantes y estaba considerada - entonces aldea sin parroquia propia - como lo último de Francia…

Juan María Bautista Vianney era hijo de campesinos pobres. Poco agraciado físicamente. Torpe. Tremendamente torpe. No retenía nada de lo que estudiaba. Lo expulsaron del seminario porque ‘no servía’… Como posible remedio, y por intermediación de un cura amigo que lo avala, lo envían a Ars…

Hasta aquí una historia común. Ese hombre de conocimientos muy limitados se salió de la tabla. Dormía en el suelo, casi no comía (unas patatas mohosas hervidas y no todos los días)  dedicaba muchas horas a la oración y al confesionario y tenía una capacidad poco común para ‘leer’ en las conciencias de la gentes.

Su fama de santidad comenzó a circular por la comarca de Ars; luego, por Francia. Después saltó las fronteras. A él acudía gente de todas las clases sociales y condiciones. Gente con poder y gente humilde del pueblo.

Muy devoto de Santa Filomena, santa que, posteriormente, se probó que no había existido con ese nombre y sí una mujer, mártir, en Roma con la que la confunden. Tuvo, al parecer, luchas con el diablo… La iglesia celebra su festividad el 4 de agosto.

Se cuentan infinidad de anécdotas. Una viuda, atribulada, acude a recibir consuelo: su marido se había suicidado arrojándose al río. No puede llegar hasta donde está y señalándola en medio de la multitud le dice:

-         “Reza por él. Se arrepintió, entre el puente y el río hay mucho trecho”.

Muchos han escrito sobre él. Bruce Marhsall  - el de ‘Cirios amarillos por Paris’ – recoge la respuesta a un cura que se queja de la tibieza de su feligresía. “¿Ha predicando usted?, le dice, ¿ha rezado usted? ¿Ha ayunado usted? ¿Se ha disciplinado? ¿Ha dormido sobre una tabla?  Si no ha hecho usted todo eso, no tiene derecho a quejarse”.

Es, al margen de su elevación a los altares, y que lo hiciesen el patrón, o sea, el espejo donde deben mirarse los párrocos, un personaje excepcional por su humildad, su espiritualidad y su capacidad de discernimiento. Su cuerpo incorrupto se visita en Ars. Francia, laica y libre, una vez más da una lección para los que quieran aprender. La iglesia católica celebra, hoy, la festividad del hombre que murió con 73 años, santo.

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