Monumento a Cánovas, malagueño
ilustre y olvidado en el parque de Málaga
Agosto,
8 viernes.
Antonio
Cánovas del Castillo está considerado como el malagueño más ilustre de la política
española del siglo XIX (José de Salamanca, en las finanzas). Nació entre calle
Carreterías y el río Guadalmedina, hoy se conocida como Avenida de la Rosaleda,
en el número 11 de la calle Nuño Gómez, no lejos de la calle Cristo, en 1828.
Lo asesinó un anarquista italiano, Angiolillo, en el balneario de Santa Águeda,
en Mondragón, el 8 de agosto de 1897. Contaba 69 años.
Lo bautizaron
en la iglesia de los Santos Mártires, una de la cuatro, con Santiago, San Juan
y el Sagrario, que fundaron los Reyes Católicos tras la toma de Málaga en 1486.
Su padre
fundó una escuela “La Purísima” donde de niño destacó. Su padre pretendía que
estudiase Ciencias y Comercio, casi la única salida en la Málaga del convulso
siglo XIX. Muerto su padre, la situación económica de pobreza lo pone a trabajar
para ayuda de la casa.
Serafín
Estébanez Calderón “El Solitario” primo de su madre tira de él y lo lleva Madrid.
Comienza sus pinitos literarios continuadores de los comenzados en Málaga. Su
carrera política es muy brillante y conjuntamente con el riojano Práxedes Mateo
Sagasta inician en la segunda mitad del siglo la alternancia en el poder y uno
de los períodos más estables – dentro de lo revuelto del siglo – tras la vuelta
del exilio de Alfonso XII
En el
siglo XIX los eslabones de la cadena se inicia con el inútil de Carlos IV; Guerra de la
Independencia; José I; Constitución de 1812 “la Pepa”; el felón de Fernando
VII; Desamortizaciones; Guerras Carlitas; Destronamiento de Isabel II; I Republica
con cuatro presidentes: Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar, en un año;
Revoluciones de Independencia en América; Amadeo I de Saboya; asesinato de Prim;
golde de estado con entrada a caballo del general Pavía en el Congreso y pronunciamiento
de Martínez Campos en Sagunto… y el polvorín con la independencia de Cuba y final de las
Colonias.
Esta sucinta
relación de hechos era la España que tenían que soportar los españoles del XIX.
Casi no había llegaba la Revolución Industrial, el ferrocarril, tarde y mal –
como ahora no, es que no existía – una población depauperada, analfabeta y agrícola
donde el pobre campesino lo era de solemnidad. El caciquismo imperante, enfermedades…
Esa España fue gobernada (Cánovas seis veces presidente del Consejo de ministros;
siete, Sagasta) por dos figuras excepcionales, uno asesinado; el otro, murió de
bronconeumonía. Le dieron a España la Constitución de 1876, la más larga hasta
hoy…
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