El pueblo, y Autoridades civiles y religiosa de Álora y Encinasola acompañan al Niño Jesús por las calles camino de la Encarnación
Agosto,
domingo 31 de agosto
Todo ha
sido como un sueño intenso. Fugaz pero breve. Ahora cuando ya comienzan a abrir
los jazmines en esta tarde del último día de agosto, el viento, cálido,
racheado, bambolea las retamas de la sierra. Ahora, cuando los pimpollos de las
copas de los árboles parecen que quieren aventar unos cirros altos muy altos,
ahora pienso en Ella.
Han
sido unos días de mucho exterior y mucho de lo que va por dentro. Por lo de
fuera, mucha gente de los que nunca podremos hacer la lista de sus nombres ha
trabajado, denodadamente, Para que "todo salga lo mejor posible”,
De
aquello de que la procesión va por dentro me acuerdo de los chascarrillos que
tantas veces hemos escuchado: “Yo, que soy ateo, gracias a Dios”. O, “Yo no
creo en Dios; la Virgen, es otra cosa”; o ese tercero, yo de eso de creer en la
Virgen como que no, pero a la mía… ¡ni me la toques!”. La fe del Carbonero.
Bendita fe. Huye del olor de los incensarios, del humo de los altares, de los
boatos artificiosos. ¿Se acuerdan de don Guido?
Álora
ha vivido unos días intensos. Dos pueblos lejanos en el espacio; muy cercanos
en su interior han convivido, cantado, vitoreado… (Pongan los verbos que
quieran para expresar lo que va por dentro y lo exteriorizan a su manera).
Hace
más de quinientos años, de “Encinasola vinieron y nos trajeron lo mejor que
ellos tenían”. Álora lo “acogió en su santuario, en un nido de amor”. Allí y
aquí se le reza a dos imágenes con la mis misma advocación, Virgen de Flores.
Un hecho demencial privó a la de Álora, del Niño que porta en sus brazos;
ahora, han vuelto, generosamente, a traer una réplica de un Niño “marchito y
perotito”. (La imagen es obra de Juan Vega; de la primitiva, desconocemos el
nombre de su autor).
Ha
venido en manos de su hermandad acompañado de sus autoridades religiosas y
civiles. Aquí lo hemos recibido con los brazos abiertos representados por las
nuestras, la de la hermandad, la religiosa y la civil y el pueblo llano.
Después se ha procesionado por las calles del pueblo desde el Ayuntamiento al
templo de la Encarnación. Se ha entronizado en los brazos de su Madre. (Si
luego el Niño sale “callejero” que nadie se lo reproche que lo estamos
acostumbrando a la calle desde chiquito). ¿De acuerdo? Todo ha sido como un
sueño muy intenso…
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