ALMONASTER ¿LA PERLA DE LA CORONA?
La
almunia, (también he leído que su nombre viene de ‘monasterio’, no sé…) dicen
que es la “huerta”. Porque acabamos de entrar en Almonaster la Real,
entre la Sierra de Aracena y el Andévalo, me tomo la licencia de apuntártelo.
Antes, por mi retina pasan higueras, ciruelos y melocotoneros, crecen a orillas
de los cauces de agua y certifican lo que te digo.
Llamo a un amigo:
-
Antonio, estoy en Almonaster, ¿adónde me voy a
comer?
- Al Camino…
Al
rato se me presentaron Antonio – otro Antonio, claro - Domínguez y Pepito, todo
corazón el uno y de las personas más buenas que he conocido, y todo chispa el
otro. Gente a la que uno tiene la suerte de conocer, porque la vida tiene esas
cosas y te pone al alcance a las mejores personas porque sí…
Vas
a oír el canto de los pájaros en la ribera, y te vas a deleitar oteando un
horizonte de suaves colinas cubiertas por un manto verde y tupido. Sobre el
azul del cielo, de seguro que se recortarán las siluetas de la Concepción, cinco
siglos de historia ante tus ojos, y alguna rapaz en vuelo.
A
principios del mes, - este año no ha tocado – las Cruces Mayo: Cruz de la
Fuente: “Si quieres que yo me crea / ese querer que tú sientes / me lo
tienes que jurar / ante la Cruz de la Fuente / de Almonaster la Real” (Barbeito), y Cruz del Llano: “En
Almonaster nací /en el Llano me criaron /que me pregunten a mí / cómo se canta
el fandango”… Hoy, tercer domingo, tendrían que celebrar la romería de
Santa Eulalia: “El Odiel y el Zancolí / se unieron en un abrazo. / de
testigo Santa Eulalia / el tamboril y el fandango”.
El
fandango sale del alma y de la garganta: “Me dormí bajo la sombra, de un
arbolillo frutal, soñé que contigo hablaba y era una alondra real, que en la
jiguera cantaba”. Eso es poesía, sentimiento…, otra cosa.
Deja
el coche en la plaza y súbete hasta la fortaleza. Después que hayas visitado la
mezquita, pasea por el pueblo. (A mí me llevó la mano de Antonio Domínguez…) Te
espera un conglomerado de estilos: mudéjar, gótico y hasta una magnífica obra
–Puerta del Perdón– de estilo manuelino. ¡Ni te cuento! Te costará irte… por el
cicerone (Antonio, amigo, te lo debía) y por Almonaster.
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