viernes, 1 de agosto de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Noche de feria

 



Agosto 1, viernes.


Hay trasiego de gente. Va y viene. ¿Desde dónde? ¿Hasta dónde? Es la primera noche de feria. Me apoyo en la barandilla del balcón. Miro y veo. Me acuerdo de los versos del maestro Alcántara. “La vida es una historia de allá abajo pero aquí no llega la marea”.

Antes, cuando yo era más joven, los niños, algunos niños, claro, llevaban un globo.

- Papá, papá, cómprame un globo…

- Con una condición.

- No, no, con una guita…

A veces, un movimiento extraño hacía que el “muchacho” soltase la cuerda y por aquello de que el aire caliente pesa menos, aunque él aún no conocía las leches de la física, el globo subía y subía hasta perderse en la oscuridad del cielo que en las noches de feria las luces del alumbrado arbitrario e igualitario porque iba de pueblo en pueblo, apagaba las estrellas. Después, la tragedia estaba servida. Ya no había más globos…

Ahora los tiempos han cambiado. Frente a mi balcón una familia ha puesto dos mesas largas, como serán sus días, en espera de que en la bulla de la noche… No los he visto estrenarse. Los peluches (conejitos, gatitos, perritos…) permanecen quietos, inmóviles. Esperan una mano que los alcance, unos ojos que los escudriñen. Alguien que se interese por ellos y dejen de ser mercancía de feria y pasen a ilusión.

Contiguo a las mesas plegables un muchacho espigado tiene extendidas sobre el suelo un abanico de camisetas de equipos de deportes de todo el mundo. Es en un decir. Del mundo que yo conozco, se entiende. La gente, pasa, miran, no se detienen. De pronto se han parado dos chicas jóvenes. Le han pedido algo. El chaval de pelo ensortijado revuelve la mercancía. Busca lo que le han pedido. Encuentra un paquete. Lo abre le despliega una camiseta roja con raya verticales negras…

Un poco más arriba una caseta con una guirnalda de bombillas, a lo largo, vende pizzas. Hay una cola delante de la caseta. Esperan que les entreguen el servicio solicitado. Por el movimiento que tiene la cola, la espera no deber ser larga… Unos se acercan, otros, se marchan con una caja cuadrada. Hay quienes degustan, allí mismo la mercancía.

Un bar, calle abajo, ha colocado, un mostrador metálico rectangular. Sirve en el mostrador a la gente que permanece de pie. Han puesto una música estridente. Cualquier cosa menos música; cualquier cosa menos una calidad que invite a parase, a tomar algo, a compartir el momento.

Desde el balcón he observado un rato. No ha pasado ninguna mujer con una biznaga, aunque sea agosto, con una moña en el pelo y los jazmines están en flor…; con un clavel en el canalillo. 



 

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