Abril, 29 martes.
James Deering (1859-1925)
construyó la Casa Vizcaya (enamorado de la Vizcaya nuestra y pretendió llevarla
Florida) como lugar de asueto y recreo en la que, en teoría, pasaría los
inviernos, acogido a clima benigno huyendo de los fríos de Chicago su lugar de
procedencia. No fue así. La vida, en este caso, la muerte le privó del disfrute
de un paraíso hecho a base de dinero, fantasía y buen gusto.
James Deering, hizo la fortuna
con el desarrollo de la maquinaria industrial aplicada a la agricultura. La
revolución industrial llevada al campo. Aquellas nuevas tecnologías aplicadas al campo
suponían un salto enorme en la rentabilidad de los cultivos, en el coste y en
la aplicación de la mano de obra.
En sus viajes continuos por el
mundo (murió de regreso de Europa hacia los Estados Unidos) se dejó impregnar
por la belleza que se presentaba ante sus ojos y, además, tenía el dinero para
apropiarse en la medida de lo posible de ella (su colección de arte tiene una
valoración desorbitada).
La mansión se encuentra junto a
la Bahía Biscayne, en el condado de Miami-Dade. Un escrito, reconoce el
agradecimiento y pide “disculpas” a los pueblos a los que privaron de su habitat
para llevar a cabo la construcción. Se hizo en dos años de 1914 a 1916 y junto
a la mansión se levantaron estancias para el personal que participó en la obra.
Hay tres sellos fundamentales,
el de F. Burrar Hoffman, el arquitecto diseñador del edificio; el de Diego
Suárez, que planeó los jardines; el de Paul Chaffin, el artista que supervisó
la obra.
A su muerte la Casa Vizcaya pasó a propiedad de su hermano Charles y sobrinas. Un ciclón posterior causó unos destrozos descomunales. La familia ante la imposibilidad de volver a reedificarla la donó al condado que es el propietario actual. Una de las últimas valoraciones la cifraban en nueve mil millones de dólares.
En septiembre de 1987 el
presidente Ronald Reagan recibió allí al Papa, en su visita a los EE.UU, hoy en los altares San Juan Pablo II; en 1994
en ella se celebró la Cumbre de las Américas, en las que 34 líderes del
hemisferio occidental se reunieron con el presidente Bill Clinton…; lugar de
rodaje de películas… Contaba además con dependencias para conseguir ser
autosuficientes.
Es un auténtico museo en piezas de arte únicas, un lujar donde el lujo y el buen gusto son tan excelsos que la convierten, junto al mar azul de Miami, en un sitio de verdadero ensueño. Algo casi imposible de imaginar.
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