miércoles, 12 de marzo de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Leonardo Fernández, entre el Hoy y el Ayer

 


                         Álora Paisaje y Bodegón. Cerro de las Torres desde la calle Erillas 


Viven los artistas inmersos en su espacio y en su tiempo. Queda muy poco de la pintura que nos dejaron aquellos de la antigüedad, o sea de Roma y Grecia.

Con el Románico y el Gótico surgen las primeras pinceladas llegadas hasta nuestros días. Generalmente frescos en paredes y techos de los templos.

El Renacimiento es la eclosión. Aparecen por primera vez los desnudos en el interior de las iglesias… Botticelli con el Nacimiento de Venus el responsable. La pléyade de pintores, esplendida. Tenemos constancia de maestros de la talla de Fray Angélico de Fiesole, Giotto, Miguel Ángel, Rafael, Leonardo da Vinci, Tiziano, Tintoretto, Veronés… La nómina muy extensa.

El Barroco, más cercano en el tiempo, nos aporta otra manera de ver, de entender el Arte pictórico. Por en medio está la Contrarreforma.  Velázquez es el creador del ‘sfumato’ o sea el espacio entre los personajes del cuadro entre sí y el espectador que contempla; Murillo pinta Inmaculadas, ángeles y pilluelos del hampa de Sevilla; Zurbarán, monjes y bodegones de naturaleza muerta; Valdés Leal, el paso y el final de la vida…; El Greco, las sombras de nuestras figuras porque todas nuestras sombras alargadas podrían salir de uno de sus cuadros.

La evolución es constante. Al Barroco le sigue el Rococó. Al, al final del XIX, las nuevas tendencias: el Impresionismo, el Expresionismo…; la pintura abstracta. Pintores de la talla de Sorolla, Santiago Rusiñol, Rosales… Conviven en el tiempo con Monet, Manet, Renoir, Camile Pissarro.

En España surge un revolucionario, Picasso. En Málaga, en concreto, una Escuela, la Escuela Malagueña del XIX, presenta una pintura costumbrista. Una manera de “ver” el realismo. Moreno Carbonero, Simonet, Ferrándiz, Carlos de Haes, Muñoz Degrain, Blanco Coris, Denis Belgrano, Martínez de la Vega…

Juan Baena es su continuador y a Juan Baena, su discípulo Leonardo Fernández; Blanca; Pío Verdú… dentro de ese estilo definido. Hay otras expresiones, como muestras de la pintura naïf, abstracta… pero no es el caso.

Una muestra de la pintura de Leonardo Fernández sobrevive en este proceloso mar del arte. Ni mejor, ni peor, simplemente diferente donde cada uno aporta, y nunca mejor dicho, su propia pincelada.

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