13 de julio, jueves. Esta
mañana ha amanecido el cielo despejado: soplaba poniente. Era un día pletórico
de verano. Los abejarucos llegaron hace unos días porque siempre vienen de la
mano de las calores del verano.
Los
abejarucos se han levantado con las primeras térmicas de la mañana. Son
madrugadores; hace calor; es un calor pesado, monótono como el canto de los
abejarucos.
Es
tiempo y lugar. Dicen que con el verano venía el polvillo que se levantaban
cuando los moreros aventaban en la era y las moscas y los abejarucos que
vuelan, con sus alas puntiagudas, en círculos por los cielos.
Dice el
maestro Barbeito que los abejarucos “parecen nacidos del arco Iris”. Desde
luego, colorido les sobra. Pueden pulsearlo cuanto les plazca solo que ellos
vuelan bajo el sol fuerte y tórrido del estío.
Este
año que casi todo es anormal – hasta el exceso de calor - llegaron cuando sonó el cornetín de órdenes y
dejaron las tierras áridas de África. Nadie les avisó que aquí, en el sur del
Sur, hace casi tanto o más calor que allí, que están secos los pantanos y que
por los grifos, de madrugada no sale agua…
La
floración de primavera ha sido dispar, distinta, atípica. No hay agua corriendo
por las cañadas y las abejas – se mueven en un radio de cinco kilómetros - necesitan flores y agua. Decía Muñoz Rojas que “los
abejarucos son el terror de los colmenares”. Abejas, tabarros – terrizos, y de
los otros – moscardones, insectos…forman la dieta de su alimentación diaria. Un
amigo me decía que el colorido de las abejas que cazan en sus vuelos les da la
belleza a sus plumas: amarillas, azules, anaranjadas, violetas, rojas… No sé si
esto lo sostiene la ciencia. Sería una última contribución de la abeja que entrega
su vida a un pico largo, muy largo, puntiagudo y fuerte.
Han
anidado en las cárcavas del arroyo conforme se sube camino de la sierra después
del moño de adelfas que ha crecido donde tributa la cañada de los Huertos. Sus
nidos excavados en el talud son profundos. Su canto monocorde esta mañana han
sido el complemento al calor; pusieron un cielo diferente.
Cuando
aflojen estas calores y les cueste más sustentarse en el aire, una mañana
emprenderán el camino de regreso y las cárcavas del arroyo, vacías, aguardarán
un año más su regreso. El cielo perderá colorido; es el ciclo de la vida.
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