7 de julio, viernes. Como
cada año vienes cuando tiene que hacerlo. Llega también el chupinazo en la
Plaza del Castillo de Pamplona y las mañanas con unos minutos de tensión de la
gente que corre por las calles de la ciudad delante de los toros; cada año,
llegan los espetos y las clavadas en los chiringuitos y los festivales de
verano y todo eso que es largo de relatar.
Yo veo el Tour de Francia por
muchas razones. La de menos, que debía ser la principal, el seguimiento de la
carrera; es la que menos en engancha. Quedan lejos Bahamontes y el equipo del
Kas y Perurena y Pedro Delgado y Miguel Induraín (porque uno se apunta a eso
que suena a victoria ¿o no?)
A lo que iba, veo el Tour,
sobre todo por los paisajes. Francia, la verde Francia de los Pirineos, de las
llanuras centrales, de los Alpes y o esos otros puntos que suelen tocar desde
hace unos años hasta aquí, para iniciar la carrera, bien en los Países Bajos o
en Euskadi como ha sido este año… Aportan algo tan diferente a la sequedad que
nos rodea que uno se engancha.
Desde que ha comenzado la
carrera han sido un rosario de paisajes bellísimos. Se recrea la realización de
la televisión sobre los monumentos que siembran el territorio; el verde de la
yerba que corona desde los valles hasta los puntos más altos de los puertos;
ríos con agua clara que corren y saltan entre laderas repletas de árboles. Es
tanta la belleza que uno se asombra y siente envidia de no poder gozarlos más
de cerca. También soy consciente de que los inviernos deben ser crudísimos y
ahí la vida debe ser muy dura. Yo me quedo con las imágenes del verano…
Por cierto, ayer coronaron el
Tourmalet (el paso más alto de los Pirineos franceses). Entre los asistentes ilustres estaba el presidente
de la República. El país vecino está sumido en una crisis enorme. Las noches
son de disturbios a cuál más dantesco; la solución no parece fácil. El
comentarista de la televisión, cuando anunció la presencia del presidente, dijo
algo así como que “el Tour es una fiesta en Francia”. Sé por amigos que,
efectivamente, es inaudito durante todo el mes de julio pero, ¿a que es muy
bonito que la máxima autoridad se acerque hasta algún punto donde la gente está
disfrutando de un espectáculo único? El Tour nos da colorido a las siestas
tórridas del verano.
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