24 de julio, lunes. Llego
al caer la tarde. Es un día caluroso de verano. Paseo por la orilla. Hay gente
que va y viene. Los cipreses de las urbanizaciones cercanas – como todos los
cipreses del mundo - apuntan al cielo; acogen bandadas de pajarillos; vienen a
pasar la noche. La luz, cambia la cara del lago. Unos patos nadan
placenteramente; no tienen prisa; no van a ninguna parte. La vegetación
lacustre de la ribera son su acogida en caso de necesidad. No tienen miedo; no
temen a nadie.
Echo mano de la Guía. Me
informa que es el lago natural más grande de la Península Ibérica y está
considerado como el conjunto cárstico más importante de España. Se encuentra en
la provincia de Gerona, entre los Pirineos y la falla tectónica del Ampurdán.
Es el principal señuelo de la ciudad de Bañolas, situada en el Pla de l’Estany
de Gerona.
Yo tengo una predilección
especial por el paisaje del Ampurdán. Eso se lo debo a Josep Pla desde que
leía, cuando era joven, no Pla, sino yo, su Viaje a pie. Desde entonces
todo aquello me regaló un poso diferente al que dejan otras tierras, pero
Bañolas no es el Ampurdán.
Dice la Guía que el lago es de
la época cuaternaria con una antigüedad de más de doscientos cincuenta mil
años. Surgió como consecuencia de los movimientos tectónicos que formaron los
Pirineos y la falla del Ampurdán y que apareció como consecuencia de la erosión
y los fenómenos geológicos que crearon la zona lacustre. Dice que se alimenta
de las aguas subterráneas de los ríos Ter y Fluviá y de acuíferos que vienen
del norte, de la Alta Garrocha.
A mí ¿qué les digo? Todo esto
me fascina, me llena de admiración. Los hombres nos empeñamos en imponer
nuestros caprichos y la naturaleza solo
obedece a la mano de Dios, sigue su camino, el que Él le manda, que no siempre
coincide con el que nosotros nos empeñamos en imponer.
Por cierto, puestos a hablar de
hombres parece que el primero que se las anduvo por aquí vivió en el Neolítico
inicial, cuando decidió hacerse sedentario y cultivar la tierra y domesticar
animales y… De eso (siglo V milenio a. C) sobre unos siete mil años, año arriba
o año abajo. No tuvo mal gusto. El lugar es maravilloso, las vistas esplendidas.
Se vendrá la noche dentro de un rato; los patos nadan desentendidos del viajero
que los contempla desde la orilla…
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