15 de julio, sábado. Ulises
Macauley – su hermano Homero repartía telegramas en Ithaca, California – se
entretenía jugando en un agujero. Cuenta William Saroyan en La comedia
humana que Ulises vio un tren que venía desde la lejanía. Corrió velozmente
junto al tren. Saludó al maquinista, pero el maquinista no respondió al saludo;
saludó, también a otras cinco personas que iban en el tren, pero ninguna
respondió al saludo; por último, un negro apareció apoyado en el borde de la
plataforma. Por encima de estruendo del tren Ulises escucho cómo cantaba el
negro. Ulises saludó también al negro. Entonces ocurrió algo maravilloso, el
hombre negro y diferente devolvió el saludo gritando: “Vuelvo a casa, chico,
vuelvo a mi casa…”
Esta mañana he escuchado en
Canal Sur una entrevista. El experto decía que el cinco por ciento de los
jóvenes de España están en el umbral del suicidio. O sea, un paso al frente y
todo se termina. Decía el hombre que hemos dejado a los niños solos. Sin calle,
sin colegios donde estrechan las relaciones con los otros niños del barrio, sin
amigos…
Citaba también el hombre a
Aristóteles que en un consejo a su hijo le decía poco más o menos. “Huye de un
hombre que no tiene amigos”. ¿Ante quien vamos a responder de ese índice de
suicidios que se anuncian si somos los responsables de haber dejado a los niños
sin amigos y en compañía de tables, maquinitas, teléfonos móviles, paquetes de
ordenador o aislamiento?
Lorenzo Orellana (a quien yo
debo el haberme encontrado con William Saroyan) en su comentario al Evangelio
de hoy habla de un relato. Alguien llegó a la tienda de los ángeles y le pidió
que le vendiesen paz, justicia, verdad… Entonces el ángel que lo atendía le
dijo que allí no vendían frutos sino las semillas y que cada uno tendría que
cultivarlas…
Y, después, viene la parábola
del sembrador y esas cosas. Ustedes disculpen. Con estas calores, (si pasan de
40º son las calores y si no llegan son el calor) a uno, en
ocasiones, les propician que se le ocurran cosas raras, quizá muy raras, como
el artículo de hoy. Pero a mí, sentado delante del ordenador me ha dado en
pensar en Homero y Ulises Macauley; en
Ithaca, California; en Lorenzo Orellana; en el negro que respondió al saludo
desde el tren, en la gente que no ven
horizontes y lo tienen todo cerrado…
No hay comentarios:
Publicar un comentario