domingo, 16 de julio de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Luz en la Bahía

 

 

                           


16 de julio, domingo. La cantaron por Malagueñas, el Niño de Vélez, nacido, a primeros de siglo XX, en Benamargosa y Miguel Vergara, ‘el Pibri’, en Álora, cuando el siglo ya había iniciado su segunda mitad. “Viva Málaga que tiene Caleta y el Limonar; su parque lleno de flores, / criá en la orilla del mar / donde nacen mis amores”.

La pluma del escritor más prestigioso de al-Andalulus en siglo XIV, la de Ibn al Jatid dijo que era “jardín del mundo e imán de ciudades”. El escritor lojeño sabía lo que decía. Ya había visitado las ciudades de más sobresalientes en aquel tiempo: Granada y Fez y además conocía otras, bellísimas, como Sevilla, Córdoba, Marrakech, El Cairo o Bagdad.

Los fenicios sabían de su bahía, de su lugar de emplazamiento de los dos ríos que la cercaban por poniente en aquel entonces y que fuego, andando el tiempo casi fueron engullidos por el crecimiento de la propia ciudad.

Vinieron también, romanos y árabes. Todos dejaron huellas y vestigios de su paso. Ahora, cuando de vez en cuando, aparecen restos de aquel tiempo en la ciudad se forma un pequeño alboroto. Quieren reivindicar un pasado que tiene sobre él la pátina del paso del tiempo.

Vicente Aleixandre que vivió en ella la vio como “Ciudad del Paraíso” y “de la luz” Ortega y Gasset”. Don José pasó tiempos de su niñez en El Palo. Dicen que las cosas que marcan en la niñez no se borran nunca. La luz de Málaga, aunque se conozca una vez superada la niñez, no deja indiferente.

La bahía forma un arco semicircular. A la bahía se asoma cada mañana el sol cuando sale por oriente y se escapa del mar de Alborán; de la bahía se despide cada atardecer, ese sol dorado – por cierto, estos días se está pasando – y deja sus destellos antes de esconderse por el otro lado de la sierra de Mijas.

De su luz habló también Christian Andersen y Cervantes cuando desde Vélez y camino de Ronda supo de sus atardeceres suaves y dulces en sus tiempos de recaudador de impuestos, alcabalas reales y abastecimientos para la Armada que sí era invencible.

Málaga del terral que quema y del tarot que embruja es, también,  porque Málaga es así, luz en la bahía; ciudad hospitalaria y acogedora para foráneos que abarrotan sus calles y las llenan de gentío variopinto que viene de tantos lugares lejanos…

 

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