sábado, 29 de julio de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Las Meninas

 

 


29 de julio, sábado. Alguien dijo que si se les pregunta a personas que sean expertas en pintura cuáles son los cinco cuadros más importantes de la pintura española, uno de los señalados sería, indefectiblemente, Las Meninas, o la ‘Familia de Felipe IV’ que es el nombre con que Velázquez tituló su monumental obra.

Las Meninas recoge un momento en la sala de pintura del Alcázar, la residencia real en aquel tiempo. Al estudio del pintor acuden la Infanta Margarita de Austria junto al séquito de damas que habitualmente le daban compañía durante el día en palacio. Incluye, en el cuadro, algo que da una ternura excepcional: un perro que dormita y que esta ausente de todo cuando sucede a su alrededor, pero que con una simple palmada, despertaría.

Velázquez no pintó un cuadro de una escena familiar cualquiera. No. Llevó algo más. Algo así como para que sin duda se le pueda catalogar como la mejor obra de la pintura española y con un gran rango en la universal.

En el lienzo que es una tela plana, el pintor consigue el primer misterio de su pintura, la profundidad, el espacio; entre los personajes circula el aire. Entre la pared final y espectador que se acerca hay un tramo, a eso los expertos le llaman el ‘sfumato’.

Los reyes están presentes, pero no están en el cuadro. ¿Cómo lo soluciona? Los reyes deberían tener la posición como cualquiera de nosotros que se acercarse a contemplar la escena, miran de frente, pero Velázquez los hace presentes, reflejados en el espejo del testero del fondo.

Se identifican casi todos los personajes que aparecen en la obra. En total once. Entre otras, la principal, obviamente, la Infanta Margarita a la que María Agustina de Sarmiento le ofrece agua en un recipiente de barro, cosa que en aquel tiempo solo usaba la nobleza. Se dice que incluso podría ser una vasija de barro traído de América; Isabel de Velasco le hace una reverencia; la enana conocida como “Maribarbola’ a la que Velázquez la trata – lo hace con todos los deficientes, mendigos y necesitados que aparecen en sus obras - con suma delicadeza, participa en el cuadro en un lugar preferente…

Se coloca también Velázquez. En su pecho, la Cruz de Santiago concedida unos años después de pintada la obra. Velázquez se autocorrigió. No tiene importancia. Velázquez dejó una obra excelsa, única que uno no se cansa de admirar cuando se recrea en ella.

 

 

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