8 de julio, sábado. “A
la Virgen cirio y a la mar maera”. Trae el verano cirios a Vírgenes
marineras que se mecen con las olas cuando cae la tarde y las primeras luces de
la noche son puntos refulgentes en un cielo de verano.
Los pueblos costeros celebran a
su Virgen, la Virgen del Carmen. Pregones que anuncian la fiesta, marengos que
prepararan tronos y, luego, barcas o jábegas que depende del lugar y la
costumbre; una devoción a hacia la Virgen del Carmelo que arranca de viejo, de
muy viejo aunque, en algunos puntos, sea de implantación novísima.
Bartolomé Ordoñez pregonó a la
Virgen del Carmen del Arroyo de la Miel, o de Benalmádena que para el caso es
casi lo mismo. La ciudad de la Costa del Sol que casi ronda los ochenta mil
habitantes – en verano, si se le echa un vistazo al tema del aparcamiento, la
cifra puede multiplicarse por muchos más – que han llegado desde puntos muy
distantes.
Comenzó el pregonero con una
exaltación al Santísimo Sacramento que se adora – solo se adora a Dios, a los
santos, se les venera – junto a una imagen de la Virgen del Carmen, encontrada
por azar en la antigua parroquia del pueblo; luego, restaurada y entronizada
como titular de la parroquia cuando el crecimiento demográfico lo pidió.
Hizo un recorrido por la
devoción a la Virgen del Carmen desde el siglo XIII hasta la actualidad donde
crece y crece sin cesar en una parroquia muy adaptada a los tiempos y a las
nuevas necesidades del siglo XXI.
Tuvo palabras emotivas, llenas
de evocación y recuerdos para sus padres quiénes les inculcaron dsde niño el
cariño hacia la Virgen. “En mi casa, dijo, había un cuadro donde la Virgen del
Carmen que sacaba a los penitos del pulgatorio, que por cierto, agregó, estaba
lleno de coronillas y mitras”.
Habló al corazón de los
hermanos de la Agrupación de Gloria que recorre las calles del pueblo, que
procesionan por la mar que baña la costa de un pueblo antaño agrícola y que
ahora, incluso, tiene una imagen de la Virgen bajos sus aguas. Evocó el
pregonero a figuras relevantes, algunos ya desaparecidos que lucharon por
implar, arraigar y hacer crecer la devoción a la Virgen del Carmen.
Pidió a los asistentes al acto
que se finalizase con el canto del himno a la Virgen del Carmen. Si alguien
pensaba que los pregones son solo actos de Cuaresma, el adorador nocturno,
Bartolomé Ordóñez, - ¿por qué tendrá apellido de arte? – lo sacó,
indudablemente, del error.
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