20 de
julio, jueves. El río sabe que ha llegado a Álora, poesía hecha pueblo,
porque es pincelada en ladera que baja del monte – desde El Hacho- al río,
porque es nácar, pespunteo de cal que se ofrece y liba y perfuma y es esencia y
aroma y desde la lejanía saca el pañuelo y lo invita y lo reclama y lo llama….
El río sabe que alguien en un tiempo muy lejano la cantó y dijo de ella “tú que
estás en par del río” y entonces como un mocito presuntuoso que se va de feria
saca pecho y se pavonea porque conoce de sobra que es él, el río, de quien
habla el romance.
Asomada
de puntillas a la vega lo mira y desde la parte más alta a donde no llegan las
brisas que suben de la mar y se ofrece generosa, pletórica y llena.
Caracolea
por la vega. Comienzan los meandros. Los sedimentos del arrastre se depositan en
las orillas. Unos los trae el propio río; otros, los arroyos que viene a
tributarle: el de las Piedras, que nace en los Prados de Eslava en El Torcal;
el Jevár, también desde El Torcal, pero en su vertiente sur; el Morales – donde
se criaba el alimento en la hoja de la morera para el gusano de seda – el Bujía,
el arroyo Corrales…; por la otra orilla, donde arranca al Garbía, el del
Colmenar, el de Paredones, el del Sabinal, el de las Cañas, el de Casarabonela.
Y hasta un río - ¿aprendiz de río?: río Grande. Ambición de nombre para
quedarse en tributario; luego Fahala y …
Son otros
lópeces… Él, como quien no quiere la cosa, va a los suyo y avanza y caracolea y
forma vegas: en Los Aneales, y la Vega Redonda y por si fuera poco, a una le
dan por nombre Isla Hermosa; y otra vega, la de Malilla por la tribu de cuando
vinieron en el tiempo de entonces los moros, y más abajo, Vega Morales (que ésta
no tienen nada que ver con los del alimento para la industria de la seda) y la
de Hipólito y…
No
corramos tanto. Aguas abajo aguardan Pizarra y Cártama y meandros grandes y la sierrra
de Motaje con una fuente que mana dentro de un encanto especial. Es cuestión de
saborear y saber donde nos recreamos.
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