lunes, 21 de febrero de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El Borge

 

 

                                 

                         

                        Nuestra Señora del Rosario. El Borge (Málaga)

 

-         Es que hoy, ¿sabe usted? - me dice un hombre joven, con barba de hace unos días, a quien pregunto-  No lo han abierto porque celebran una prueba ciclista de bicicleta de montaña, y como hay tanta gente…

-         Claro, le contesté, lo entiendo… ¡Otra vez será!

Yo iba al encuentro del museo que Salvador Pendón – generoso con su pueblo-  ha cedido a El Borge.  Más de tres mil piezas componen el fondo: objetos bibliográficos, discográficos y gráficos instalado en los bajos del Consistorio.

A El Borge se llega por tres caminos – en el mapa lo tienen como carreteras – desde Comares, Benamargosa y Cútar; desde El Rincón de la Victoria, Benagalbón y Almáchar; desde Velez-Málaga, orillando el río… Da igual. Los tres, tortuosos, difíciles, con buen piso, muchas curvas y un paisaje bellísimo. El hombre - ¡y eso que no tiene agua! – ha doblegado a la naturaleza y ha cambiado los cultivos tradicionales. Ahora crecen mangos, aguacates…

El Borge es una pincelada blanca perdida entre montañas, un suspiro morisco, un recuerdo y una lucha para subsistir en una tierra quebrada, muy quebrada. En El Borge mana el esfuerzo, la lucha contra lo inhóspito. La viña, las cepas de la viña que esperan rebrotar con la primavera, es la imagen del hombre que puede contra toda la adversidad.

Pervive la cal morisca, rejas entrelazadas; trazado de calles estrechas, tortuosas, suben, bajan ahítas de macetas con flores;  embrujo en cada esquina; chimeneas rematadas con tejas de barro, ayudan al humo para llegar a lo más alto, o sea, al cielo….

En su suelo, dice la historia que, además, nacieron Ibn-Baitar, “el hijo del veterinario”, botánico. Introdujo el cultivo de los cítricos en el río Benamargosa, antes de emigrar a Egipto; Martín Vázquez de Ciruela, teólogo en la corte de Felipe IV, murió en Sevilla como archivero de la Catedral; Luis Muñoz García, “el Bizco de El Borge” bandolero del siglo XIX que murió en Lucena…

Callejeo, me acerco al Parque La Alcúa. Remanso recóndito, intimo. Lugar para entornar los ojos y soñar. Todo es umbroso, sombrío. En unos jaulones pían cotorras, periquitos y pájaros exóticos; en otros, gallinas de Guinea y perdices; patos en el estanque; dos conejos dormitan echados junto a la valla metálica. El letrero de la puerta lo anuncia como Jardín Botánico. Entre los tejados se recorta la torre campanario de la iglesia del Rosario…Tengo pendiente una vuelta a El Borge.

 

 

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