viernes, 18 de febrero de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Luna de febrero

 

 

                    


 18 de febrero, viernes. Álora, febrero. Es un febrero raro. Se ha venido la primavera de pronto. La luna llena, en un cielo limpio de nubes, estaba preciosa. Era una luna clara, inmensa. Llenó el cielo desde muy pronto. A última hora de la tarde ya estaba entronizada sobre los cerros de enfrente y, al rato, había oscurecido a todas las estrellas que aparecen distantes en las noches cerradas.

Da gusto andar por el campo estas noches de luna. Llega a todos los rincones de la huerta. Las ramas de los árboles, quietas dan cobijo a los pajarillos que optaron por refugiarse entre sus hojas para sus horas de sueño. ¿Por cierto, ¿soñarán los pajarillos como a veces soñamos los humanos?

Uno en esas noches placenteras, deja que vuele la imaginación y, en ocasiones, tiene que ir a recogerla lejos, muy lejos. Santa Teresa creo que decía que la era ‘la loca de la casa’. Santa Teresa en eso, como en otras cosas, estaba llena de razón.

La luna pone sobre los caballetes del corral una luz suave. Los árboles, como no hace viento, están quietos como figuras encantadas y dejan inmóviles las sombras. Estáticas, solo se desplazan con el movimiento de rotación de la tierra. La luna entonces, a las sombras les da otras formas y las hace diferentes.

En la lejanía intuyo el río que sé que está allí pero que no veo. No veo tampoco la vegetación de ribera que crece en sus orillas. Desde aquí, todo está confuso bajo una neblina blanca, difusa, perdida…

Luego, cuando llegue la madrugada y cambie el aire, unas nubecillas de levante ponen un vaho sobre el cielo. Es una gasa extendida de punta a punta. Lo que hace un rato era un cielo limpio y despajado, se torna un poco sucio y diluido que pierde el esplendor que tenía a primeras horas de la noche.

Hace un rato - era todavía temprano -  bajó una zorra por la ladera de enfrente de la cañada. Las zorras bajan de la sierra en busca de su caza por senderos marcados. Son sus caminos. Los perros le han ladrado desde la lejanía, pero no han ido a su encuentro. Los animales tienen sus normas y, entre ellos, no se corren las lindes. Alora, febrero. Luna de noche clara…

 

 

 

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