18 de
febrero, viernes. Álora, febrero. Es un febrero raro. Se ha venido la
primavera de pronto. La luna llena, en un cielo limpio de nubes, estaba
preciosa. Era una luna clara, inmensa. Llenó el cielo desde muy pronto. A
última hora de la tarde ya estaba entronizada sobre los cerros de enfrente y,
al rato, había oscurecido a todas las estrellas que aparecen distantes en las
noches cerradas.
Da gusto andar por el campo
estas noches de luna. Llega a todos los rincones de la huerta. Las ramas de los
árboles, quietas dan cobijo a los pajarillos que optaron por refugiarse entre
sus hojas para sus horas de sueño. ¿Por cierto, ¿soñarán los pajarillos como a
veces soñamos los humanos?
Uno en esas noches placenteras,
deja que vuele la imaginación y, en ocasiones, tiene que ir a recogerla lejos,
muy lejos. Santa Teresa creo que decía que la era ‘la loca de la casa’. Santa
Teresa en eso, como en otras cosas, estaba llena de razón.
La luna pone sobre los
caballetes del corral una luz suave. Los árboles, como no hace viento, están
quietos como figuras encantadas y dejan inmóviles las sombras. Estáticas, solo
se desplazan con el movimiento de rotación de la tierra. La luna entonces, a
las sombras les da otras formas y las hace diferentes.
En la lejanía intuyo el río que
sé que está allí pero que no veo. No veo tampoco la vegetación de ribera que
crece en sus orillas. Desde aquí, todo está confuso bajo una neblina blanca,
difusa, perdida…
Luego, cuando llegue la
madrugada y cambie el aire, unas nubecillas de levante ponen un vaho sobre el
cielo. Es una gasa extendida de punta a punta. Lo que hace un rato era un cielo
limpio y despajado, se torna un poco sucio y diluido que pierde el esplendor
que tenía a primeras horas de la noche.
Hace un rato - era todavía
temprano - bajó una zorra por la ladera
de enfrente de la cañada. Las zorras bajan de la sierra en busca de su caza por
senderos marcados. Son sus caminos. Los perros le han ladrado desde la lejanía,
pero no han ido a su encuentro. Los animales tienen sus normas y, entre ellos,
no se corren las lindes. Alora, febrero. Luna de noche clara…
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