3 de
febrero, jueves. Podría ser el lema. “Nosotros ponemos el árbol;
tú, la tierra”. La verdad, que no es. Debería serlo. Resultaría algo tan
bonito, tan hermoso como este día luminoso de primeros de febrero.
Dicen que vienen un montón de
millones de euros desde las arcas europeas a España. Traen fines concretos,
dirigidos. Entre otros, uno para luchar contra el Cambio Climático.
Los que saben de algunas cosas
serias – ésta lo es – claman y exponen que una de las soluciones para revertir la desertización es la siembra masiva de
árboles que atraigan la lluvia y se pueda luchar contra la sequía…
He leído que en el Sahel, donde
llevan años, muchos años sin recibir una gota de agua de lluvia van a sembrar
no sé cuántos millones de hectáreas de árboles. ¿Nos lo creemos? Allí la cosa
es tan seria que ya ha causado hambrunas peores que la pandemia que nos azota.
Pensaba en esas ensoñaciones
que a uno les entra, a veces, que si en éste país llamado España, los
dirigentes políticos tomasen la decisión de sembrar todos los bordes de los
caminos públicos de árboles, los españoles que vean el tránsito del siglo XXI
al XXII, creeran que España es un vergel.
La cosa no es fácil. Es más. Es
muy difícil, pero posible. Se necesita primero, voluntad de hacerlo (de hecho
los fondos europeos están ahí. Se podría usar una parte…); segundo, planificar.
Pedirle eso a un español eso, es como pedir que a partir de mañana los peces
piquen las estrellas; tercero, dejarse llevar por equipos de técnicos (agrónomos, botánicos…), gente que sepa y que
digan qué hay que hacer… Ventajistas, al margen, por favor.
En los próximos años sería una
creación de empleo enorme, una posibilidad de luchar contra lo que nos pesa
como una losa y dejarle, a los que vienen detrás, algo diferente y mejor.
Desconozco los miles de
kilómetros de caminos públicos que podrían aportar los ayuntamientos desde
todos los municipios de España. Los vecinos solo tendrían que dar el
consentimiento para, donde sea posible, sembrar de árboles sus lindes. Los que
vivimos en clima mediterráneo: acebuches, almeces, encinas, algarrobos,
cipreses, prunos, coscojas, orones, lentiscos, palmitos…. No necesitan
mantenimiento, consumen solo el agua de la lluvia.
Es un sueño pero, a veces,
algunos sueños se cumplen. “Nosotros ponemos el árbol; tú, la tierra”.
¿Ecología? Eso.
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