miércoles, 9 de febrero de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. José María

 


9 de febrero, miércoles. Conocí a José María Lopera una noche de diciembre de hace casi cincuenta años. Era una noche infernal, llovía intensamente. Repiqueteo de canales en el asfalto. Lo acompañé y compartimos paraguas. Desde entonces, muchas veces nos hemos cobijado bajo el paraguas de la amistad…

La vida le regaló años y golpes de los que dejan huella. Amigo. Siempre aparecía cuando era necesario. Tenía el don de estar allí, precisamente allí, en el momento en que uno lo necesitaba. Como si tuviese un hálito que lo empujaba hasta el lugar oportuno.

Ayer a media mañana, nos dejó. Hoy, casi a la misma hora, sus amigos nos hemos despedido de él. José María ha dedicado su vida a la poesía, a la investigación, a su profesión sanitaria y a sus amigos…

Nació en la Bobadilla, pedanía de Alcaudete (Jaén). Vivió en la tragedia del Santuario de Santa María de la Cabeza, y luego  vino ‘la plaza de toros cuadrada de La Virtudes’, y África, y las tierras frías de León en Santa Colomba de Somoza, y Carratraca y Álora…

Escribir sobre él ¡Ufff!… He decidido cogerme de la mano de sus obras. Abro por azar: “El día que yo me muera, / te he de buscar en la muerte, / aunque la muerte no quiera.” (Soleares, Malagueñas y Nanas. Librería Anticuaria El Guadalhorce. Málaga 1979).

Y sigo: “Alas le pone [habla de Álora] al viento donde anidan  / los pájaros sus nidos. (Besana / en que vestirse plumas la simiente / para inmortalizar las amapolas.)” (Blanca Solera. Álora, 1985).

Y  “ Poco a poco, / se enredan sombras / en la luz de mi vida. / Me voy quedando solo / en la penumbra / que presagia la noche / sin estrellas/ y un tiempo sin palabras. Poco a poco, / los ojos de mis ojos / no saben lo que hacer / con tu mirada.” (Dormivelando sueños. Málaga. Publicaciones de la Antigua Imprentas Sur. Alameda, 37).

Y: “Este que lees soy yo / o lo que queda y sobra / de una vida en acecho / de sublime…” (De luz, de amor y de ceniza. 2011)

Concluyo: “ Esta noche entre nieve, / Dios ha nacido / y el jardín de las almas / ha florecido. / Y, por otro milagro, esta mañana, / se ha estrenado un almendro/ en flor temprana. / Que hasta en la nieve / el perfume de Dios  / a gloria huele”. (Villancicos. 2007)

Están ahítos de flores los almendros, José María. ¡Qué buenos  compañeros de viaje! Nosotros, ¡que te digo de nosotros…!

 

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