9 de
febrero, miércoles. Conocí a José María Lopera una noche de
diciembre de hace casi cincuenta años. Era una noche infernal, llovía
intensamente. Repiqueteo de canales en el asfalto. Lo acompañé y compartimos
paraguas. Desde entonces, muchas veces nos hemos cobijado bajo el paraguas de
la amistad…
La vida le regaló años y golpes
de los que dejan huella. Amigo. Siempre aparecía cuando era necesario. Tenía el
don de estar allí, precisamente allí, en el momento en que uno lo necesitaba.
Como si tuviese un hálito que lo empujaba hasta el lugar oportuno.
Ayer a media mañana, nos dejó.
Hoy, casi a la misma hora, sus amigos nos hemos despedido de él. José María ha
dedicado su vida a la poesía, a la investigación, a su profesión sanitaria y a
sus amigos…
Nació en la Bobadilla, pedanía
de Alcaudete (Jaén). Vivió en la tragedia del Santuario de Santa María de la
Cabeza, y luego vino ‘la plaza de toros
cuadrada de La Virtudes’, y África, y las tierras frías de León en Santa
Colomba de Somoza, y Carratraca y Álora…
Escribir sobre él ¡Ufff!… He
decidido cogerme de la mano de sus obras. Abro por azar: “El día que yo me
muera, / te he de buscar en la muerte, / aunque la muerte no quiera.” (Soleares, Malagueñas y Nanas. Librería
Anticuaria El Guadalhorce. Málaga 1979).
Y sigo: “Alas le pone [habla de
Álora] al viento donde anidan / los
pájaros sus nidos. (Besana / en que vestirse plumas la simiente / para
inmortalizar las amapolas.)” (Blanca
Solera. Álora, 1985).
Y “ Poco a poco, / se enredan sombras / en la
luz de mi vida. / Me voy quedando solo / en la penumbra / que presagia la noche
/ sin estrellas/ y un tiempo sin palabras. Poco a poco, / los ojos de mis ojos
/ no saben lo que hacer / con tu mirada.” (Dormivelando
sueños. Málaga. Publicaciones de la Antigua Imprentas Sur. Alameda, 37).
Y: “Este que lees soy yo / o lo
que queda y sobra / de una vida en acecho / de sublime…” (De luz, de amor y de ceniza. 2011)
Concluyo: “ Esta noche entre
nieve, / Dios ha nacido / y el jardín de las almas / ha florecido. / Y, por
otro milagro, esta mañana, / se ha estrenado un almendro/ en flor temprana. /
Que hasta en la nieve / el perfume de Dios
/ a gloria huele”. (Villancicos. 2007)
Están ahítos de flores los
almendros, José María. ¡Qué buenos
compañeros de viaje! Nosotros, ¡que te digo de nosotros…!
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