25 de enero, martes . La noche estaba como están las noches del mes de enero por esta tierra, como para quedarse en casa. Las estrellas en lo alto y el relente por el suelo. Ropa de abrigo, bufanda y sombrero…
He dejado pasar unos días. No quería escribir sobre el fracaso futbolístico en La Rosaleda el domingo. Lo de menos es perder. Si el contrario es superior, se acepta aunque no guste la derrota. Lo demás es cómo ha ocurrido.
Un equipo roto, sin posición, sin ideas, sin garra, sin ilusión. Fruto de la tristeza - ¿de la incompetencia, también? – de su entrenador y de la propia. La gente, en la mediación del segundo tiempo, ha abandonado el campo. Arreciaban las protestas. Da lo mismo. Quizá la protesta silenciosa, sea más protesta que el escándalo. Los griegos inventaron el ostracismo. Para algunas cosas, de verdad que no es fácil aplicarlo.
¡Con
qué facilidad se hace añicos la
esperanza de la gente que acude a un estadio a soltar adrenalina y a olvidarse
por un rato de tanto agobio diario, de tantas malas noticias, de tanta tensión!
¡Con qué poquito nos conformamos, Dios mío!
Las gradas de un campo de fútbol, son el espejo limpio de la frustración humana. Los deseos insatisfechos, las ilusiones que no se alcanzan, las situaciones personales que la sociedad nos obliga a esconder bajo el oropel de eso que se llama urbanidad, salen solas, desde el interior de la olla a presión que es el hombre. Se abre la válvula. Como aquella que dejaba salir el vapor que empujaba a la máquina del tren. Llegaba a la estación y lo dejaba escapar. Lo invadía todo. Lo llenaba todo y la gente quedaba envuelta en una nube. Aparentaban esconder su realidad. Emergían como fantasmas de un mundo irreal.
Alguna
mente lúcida – para embolsarse dinero, claro – programó el partido a las 9 de
la noche. Una delicia para acudir a un espectáculo, por mucho que quieran
vender que el invierno de Málaga no es invierno y esas zarandajas. Te haces
ochenta kilómetros, pagas el gasoil al precio que nos lo ‘regalan’, pagas un
aparcamiento, te dan el mal rato y cuando llegas a tu casa, casi a media noche,
¡traes un agua de Levante que te viene dando vueltas en la cabeza! Málaga C.F,
0; Ibiza, 5….
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