viernes, 14 de enero de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La Alameda


                                  


        Alameda Principal. Málaga


14 de enero, viernes. El eje desde el Hospital Noble a Teatinos donde se bifurcan los caminos, es una línea recta, como trazada con un tiralíneas. ¿Casualidad? ¿Se proyectó así? Probablemente, no. Pero salió.

Arranca en el Hospital Noble, continúa por el Parque, Alameda Principal, Plaza de Manuel Alcántara, Avenida de Andalucía, Plaza de Manuel Azaña, y Avenida de Blas Infante. Allí desde una glorieta se reparte ‘juego’.

Todas tienen personalidad. Me quedo hoy en la Alameda. Nació como Venus – lo dicen don Francisco Bejarano y Julián Sesmero – del mar. Verán. Las cosas, a veces tienen mucho que ver con el destino. Por un lado el Guadalmedina que inundaba periódicamente la ciudad. Casi en sus orillas, el castillo de San Lorenzo que pierde su sentido de defensa y en el otro extremo, la Coracha, que pasa a ser algo más de recuerdos que de necesidad.

Dos puertas: la de la Espartería y la Puerta del Mar en las Atarazanas… La Acera de la Marina veía como el mar se alejaba. La Aduana ya no estaba en el rebalaje, porque se vierten escombros y tierra, y se ‘empuja’ al mar un poco más allá. Solo un poco más, pero siempre más allá. La ciudad gana espacio.

Epidemias de carbunco, peste, tabardillos, y Vómitos negros merman la población. La insalubridad es enorme. Se impone derribar una parte de la primigenia ciudad y se vierten los escombros… pues eso, a la orilla del mar que ya no llega hasta la misma muralla. Francis Carter cuando visita Málaga en 1772 dice que frente a la Puerta de la Espartería se han plantado ‘álamos blancos’. Ha nacido el paseo.

El año 1785 se puede decir que es la fecha del nacimiento de la Alameda. Uno después, en 1786 se construyen dos fuentes, bancos, un paseo y lugares para sentarse. La sociedad malagueña se asienta en las noches de verano hasta la madrugada, para tomar las brisas que vienen del mar…

Después todo es imparable. Cada año se avanza un peldaño más. Jorge Loring – donde hoy está el Archivo Municipal – o Teodoro Reding se construyen mansiones… Compiten con otras de las burguesía capitalista que hace ostentación de poder. La estatua del marqués de Larios, de Benlliure, es la guinda. La última remodelación, en el mandato municipal de Francisco de la Torre, una consecución más para una ciudad de luz, a quien alguien llamó la Ciudad del Paraíso.  

 

 

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