22 de
enero, sábado ¿Dónde me voy para tomar el mejor vino de
Rioja? pregunté. Vete, me dijo el amigo, a El Ciego, Cenicero o Haro, allí
tienes los mejores tintos de la Rioja Alta; a Tudelilla, para los mejores de la
Rioja Baja. Uno, obediente y… ya se sabe.
¿Dónde me voy para degustar las
mejores verduras de la Ribera? Vete, me dijo, a Calahorra, a La Taberna de la Cuarta esquina… Y me
fui. Y lo llamé y le dije “Antonio, - Barbeito era quien me lo recomendaba – te
has quedado corto, este restaurante tiene la calidad de Madrid, de ese de
muchos tenedores, el Príncipe de Viana,
pero de pueblo…”
Aquella mañana anduve por la
vera del Cidacos, que todavía no ha llegado al Ebro donde lleva sus aguas y
luego por la catedral, que por mor de esas cosas raras, comparte titularidad
con Santo Domingo-La Calzada y Logroño… ¡Qué líos! ¿Verdad?
Me subí andando despacio. Tenía
en mi mano Calahorra, la Calagurris romana, patria de Quintiliano y Prudencio,
de Emeterio y Celedonio, soldados romanos mártires de su fe cristiana,
degollados en las aguas del río que baña su vega…
Me las anduve también por el
casco antiguo, decrépito en parte y que pide una restauración a voces. Recorrí
la Judería. ¡Cuánta historia duerme en su suelo! Calles de poca gente y algunos… pues eso, de esas que
uno, cuando va solo por ciertos sitios, no gusta encontrarse. La Aljama surgió
en el siglo XI y albergó a más de seiscientas personas. En ella vivió Abraham
Ibn Ezra poeta y teólogo y fue la mayor de La Rioja…
Pasé por el Museo de la Romanización – una
maravilla – aquí queda claro aquello de, “quien tuvo, retuvo y guardó para la
vejez...” y por la iglesia de Santiago. No solo por el legado que dejó Roma,
sino también por lo que supuso su comunidad hebrea. Debió ser una ciudad de
muchísima importancia.
Me llego a la Taberna de la Cuarta Esquina. Tiene en
su carta ¡trece platos diferentes de verdura! . Cogollos, cardos, escarolas,
habas, alcachofas, brócolis, repollos, acelgas, borrajas, espárragos, judías
verdes, calabazas, alcauciles… Todas las
maneras posibles. Échenle la imaginación que quieran. Seguro que siempre,
siempre va a haber algo que les sorprenderá. A mí me pasó. El no volver antes
por allí, es por mor de las circunstancias,
pero les aseguro que la tardanza es la mala.
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