viernes, 28 de enero de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. A primeras horas

 

 

                            


28 de enero, viernes. A primera hora cuando iba esta mañana para el campo, las veras de la carretera tenían un manto blanco sobre las yerbecillas que comienzan a despuntar. El rocío caído durante la madrugada, le daba un color de especial delicadeza y ternura. Era como un encaje impoluto que ha estado guardado mucho tiempo en el cajón de la cómoda. En su conocimiento subyacía el sentimiento de saber  que, cuando comience a calentar el sol, todo quedará hecho añicos, se perderá el encanto  y el campo aparecerá mojado como si una lluvia suave y tenue hubiese caído sobre ellas.

Me cruzo con coches que vienen en sentido contrario al mío. Vienen raudos, tienen prisa. Han apurado las últimos minutos en el calor de las sábanas. Les empuja el achuche de la hora. El reloj no se detiene…. Quieren adelantar el tiempo perdido, en la carretera. Se ve que el horario del trabajo, unido a la distancia, es un imperativo que se impone.

A esa primera hora, un poco de niebla como un manto que no deja ver lo que hay un poco más allá, se levanta sobre el río. Marca su curso. Nos dice desde donde viene, por dónde va y por qué lugar ser perderán entre la frondosidad de la vega en su búsqueda del mar. Entre las primeras luces, se ve la frondosidad de la vegetación de ribera, espesa, tupida…

Todo está húmedo. Todo está frío. Es ese frío de las mañanas de enero que corta la cara. Deja una sensación gélida y propicia un anhelo de algo de calor que entone los cuerpos. El vaho expulsado por la respiración, toma formas de volutas de humo que se desvanecen unos palmos más allá. Se siente el frío en las manos, en la cara, en todo el cuerpo…

Dentro de un rato se disiparán las sombras. El sol apunta por los Lagares. Primero, un candilazo de color rojo; luego, el cielo se torna rosáceo, después, la luz que se abre paso. Despierta el campo. Todavía no han aparecido pajarillos que picotean en los surcos, porque no se han levando. Se impone el silencio. Es la sinfonía de la salida del sol, del despertar del campo. Es invierno. Hace frío. La gente sigue son sus prisas. Me cruzo con ellos. La gente a esas horas, medio dormida, lleva, - algunos - demasiada prisa.

 

 

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