Para ti...
sábado, 31 de julio de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Castillos de arena
Juegan los niños en el
rebalaje. Los que somos de tierra adentro sabemos, que ese es el sitio donde
vienen a morir momentáneamente las olas, porque luego viene otras ¿es la misma
ola que va y viene? ¿es la espuma de nácar que mandan las sirenas para que
todos recordemos que están ahí, desde siempre aunque no las veamos? No lo sé.
Dicen que hay sirenas de río.
Eso debía ser hace mucho tiempo, cuando los ríos llevaban aguas claras y
limpias y esas cosas. Los hombres – casi todo lo que se propone el hombre, lo
consigue – hace mucho tiempo que están empeñados en cargarse a todo bicho
viviente del río, incluido por supuesto, el propio río.
Los niños hacen castillos
preciosos. Esos castillos son tan efímeros como la ilusión del escritor que
anhela que alguien lo lea y que
reconozca su esfuerzo y su comunicación, e incluso su belleza. Es duro. Un
amigo me ha enviado un puñado de páginas de un libro de poemas – no es suyo –
para que le diese mi opinión. No es fácil. Cuando alguien hace que aflore su
intimismo, la intimidad puede ir de la mano, pero no siempre son la misma cosa,
uno no sabe que admirar: el ritmo, la cadencia, el mensaje, la riqueza de
metáforas…
¿Y si no hay eso que se aspira
a encontrar y de pronto está ante un bosque de palabras encadenadas? A lo
mejor, en ese otro rebalaje, una ola puede ser la solución, y como el niño de
la playa, reinicie otra vez la construcción de su castillo, sin proyecto, ni dirección
técnica de la obra, sin la licencia municipal… No sé, no sé.
El que sí parece que anda
construyendo un castillo monumental, es el señor Presidente de Perú. Puede y
debe expresar su malestar por lo que él cree que hicieron mal los españoles en
su país (de lo que habían hecho los nativos anteriores a la llegada de los
conquistadores, mejor no se habla) pero llamándose Castillo y hablando Español…
A lo mejor tiene más que ver con los que llegaron que con los que estaban. Una
norma elemental de educación dice, que hay que respetar siempre al invitado y
si no, pues no se le invita y no pasa nada… Cualquier día, una ola puede llegar
hasta otros rebalajes y, entonces ¡adiós castillos, el de arena y el del
sombrero!
viernes, 30 de julio de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día
Para ti...
Probablemente, esta rosa de la variedad Abracadabra que me regaló mi amigo Francisco González Martínes, fotografiada esta mañana cálida de julio, sea la rosa más bella de cuantas llevo publicadas este año... Al menos, a mí me lo parece.
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Las Musas
Tarde de verano, viento de
levante, algunas nubes en el cielo sobre las lomas de Cucú y un azul
entelerañado que le ha quitado brillantez, esa que lo hace único, y por donde,
aprovechando las corrientes térmicas, vuelan los abejarucos – terror de las
colmenas, los llamó Muñoz Rojas – en la espera de capturar insectos.
Hay un ‘innovador’ (yo lo
llamaría de otra manera) que ha puesto a la venta espetos de boquerones, feos hasta en la foto. Cada
cosa quiere lo suyo. El espeto es para la sardina y los boquerones piden adobos,
vinagres buenos, fritos en aceite hirviendo de meter y sacar, que para eso
Málaga y Cádiz tienen la palma…Boquerones en espeto, es como servir mantecados
en envases de plástico.
La hostelería lo está pasando
mal. Falta clientela y falta dinero para pagar las facturas. ¿Se acuerdan
cuando implantaron el cuento del escanciador del vino, con un numerito al
servirlo, para cobrar por una botella de diez o doce euros treinta o treinta y
cinco? ¿Y aquello, de los postres ‘compartidos’?
Pfizer anuncia que una tercera
dosis de recuerdo de su vacuna, sería apropiada para combatir la cepa Delta. A
lo mejor es verdad. Yo no me creo casi nada. Uno lee lo de la adjudicación a
dedo (cada vez que veo la cara del tipo, siento un no sé qué por dentro) a la
empresa del amigo para comprar mascarillas…
¿Qué solución se les da a los
negacionistas? La sanidad pública dicen, que está casi colapsada y algunas camas
las ocupan personas con esa cerrazón de mente. La solución no es fácil. Tampoco
es fácil que algunos se queden en su casa por las noches… Ya me entienden.
Zhivago escribía en el desierto
de su poesía. De pronto, apareció Lara y comenzó a virar en sus poemas con una
profundidad inaudita. Zhivago, un papel
en blanco y la tinta congelada en las noches heladas de la estepa rusa que, en
la película, eran los alrededores de Calatañazor, (donde no es verdad que murió
Almansur, en el 1002, que no, que fue en Medinaceli, que me lo ha dicho una
novela histórica, magnifica, Las armas de
la Luz de Jesús Sánchez Adalid).
Lara, Zhivago, boquerones en
vinagre – que es lo suyo – vacunas y algo de arreglo para lo que nos acongoja, vacaciones… y mis musas de
picos pardos una tarde de verano con nubes de levante sobre las lomas de Cucú…
jueves, 29 de julio de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Chozuelas
El pintor y viajero danés, Jeans Ferndinand Willumsen (1863-1958), visitó Álora en 1889, cuando contaba veintiséis años en un recorrido por España. Viajó, también por el norte de África y por Estados Unidos, y principalmente por Francia, donde fijó su residencia y donde murió en Le Cannet, ciudad del Departamento de los Alpes Marítimos, en la Provenza.
Su obra estuvo marcada por las influencias de El Greco y de Gaugin. Destacó, además de en la pintura, en la arquitectura y en la escultura, buscando en sus figuras aspectos idealizados y no exentos de cierto misticismo.
Después de su muerte, se creó un museo para exponerla en el pueblo de Federikssund. Fue un pintor que buscó incesantemente estilos nuevos, caminos diferentes para desenvolver su creatividad. Pero existe, según manifestó él mismo, un hilo conductor en su discurso de formas y colores, luces y sombras que encontró en Álora.
Nos legó en una acuarela, el paisaje desde la calle Chozuelas (Hay otra de la calle Santa Ana). La acuarela actualmente pertenece a los fondos de la colección David, Copenhague, que la expone en depósito en el Museo de la colección Hirschsprung de Copenhague (Dinamarca).
Allí también existe un diario del pintor donde anota sus impresiones de los viajes realizados por España. Afirmó que no volvía a Álora “porque los niños maltrataban a los pájaros”.
Annet Tamborg, escritora danesa que nos visitó muchas veces, fue quien nos descubrió a Willumsen. A Annet que era muy amiga de Rafaela Zamudio, y a quien conocí a través de Pepe Rosas, me dejó una nota manuscrita que conservo con gran cariño y en la que me reseñó: “En el año 1889 viajó a Andalucía, especialmente, por los alrededores de Málaga. De su estancia en Álora escribió en su diario: ‘En Álora evolucionaron mi visión de los colores y mi sentido de las formas, a los que he permanecido fiel toda mi vida’. El cuadro calle de Álora pertenece a la colección David, Copenhague, que lo expone en depósito en el Museo de la colección de Hirschsprung, Copenhague”.
La calle Chozuelas, donde se resbala hasta el sol, arranca en la de Cantarranas y concluye en la del Puerto,
después de cruzar la de Carmona. En su mediación, conforme se asciende, a mano
derecha, se inserta la calle Bootello. Sufrió desperfectos en los temporales de
enero de 1856.
miércoles, 28 de julio de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Puerta Oscura
Doña Concha Piquer llevó al éxito
una copla de Quintero, León y Quiroga, o sea lo más granado para contar
historias de amores imposibles, donde la inocencia cae en las garras del
gavilán avispado en presas fáciles. La Niña
de Puerta Oscura se cantó en muchas gargantas célebres: Imperio de Triana,
Rocío Jurado, Diana Navarro…
Pero Puerta Oscura es también el
nombre de los jardines – reminiscencia
oriental, luz, aire, aroma y paisaje - que ocuparon la coracha marítima que
bajaba desde la alcazaba alta hasta la orilla del mar. De aquella coracha
pintada por tipismo no queda nada, como tampoco quedó de las viviendas
paupérrimas que ocupaban la zona.
Según las crónicas, la coracha
marítima, o sea la muralla que protegía, a ambos lados el camino que llevaba
dando protección hasta el mar, tenía ocho torreones. En el siglo XIX ya solo
quedaban tres y, posteriormente, ninguno. Allí se construyó el Museo Municipal
con exceso de piedra vista que pretenden salvar los desniveles, no obstante,
las superficies acristaladas del Museo les confiere unas vistas esplendidas
sobre el parque y el puerto.
Desaparecieron también la muralla
y la zona una vez derruidas las construcciones que se habitaron hasta el siglo
XX. Allí murió Salvador Rueda un día lluvioso de primavera. El excesivo barro
no permitió la entrada a los pocos asistentes al entierro. La zona se ajardinó
y se le dio el nombre de paseo Juan Temboury – con quien Málaga tiene una deuda
de gratitud porque fue realmente quien restauró la alcazaba – que une el túnel
de Puerta Oscura con el Paseo de Reding, antiguo Camino de Vélez.
Los jardines, tanto los que
cuelgan descendiendo desde el monte como los que se construyeron junto al
ayuntamiento, son pura belleza, colorido y exuberancia, aunque hay épocas del
año en que su conservación con la aparición de malas hierbas entre los arriates
de la rosaleda (hay variedades que no existen en otras rosaledas de Málaga),
dicen de su descuido.
El Ayuntamiento les dio el nombre
de Jardines de Pedro Luis Alonso, diferenciándolos de los Jardines de Puerta
Oscura que son los que trepan por el monte, pero el pueblo acepta a toda la
zona con el nombre de Jardines de Puerta Oscura. En su centro, tuvo el voladero
de una pajarera que era la atracción de los niños. Hoy ya no existe, pero sí un
lugar romántico y recóndito.
martes, 27 de julio de 2021
Una hoja suela del cuaderno de bitácora. Fuego
El sábado por la mañana, me
acerqué a Proteo. Buscaba unos libros ‘especiales’. Obviamente, a una librería
uno no va con la intención de comprar unas aspirinas o unas pastillas para el
mareo. Se han instalado
provisionalmente, en un local en frente, en calle Álamos…
Al pasar por la puerta de la
librería, por Proteo la de verdad, en la esquina de la calle Puerta
Buenaventura con Álamos, tuve la sensación de que la desolación se asomaba por
las ventanas de los pisos superiores. Recordé aquellas palabras del profeta
(ellos han puesto unas de Luis García Montero) que dicen: “Oh, vosotros que pasáis por el camino mirad si hay dolor semejante a
mi dolor”.
¡Qué sensación más mala dan los
restos que quedan después de un incendio! A Proteo, lo arrasó el fuego no hace
mucho y ahora, luchan por volver a ocupar lo que siempre fueron. Será cuestión
de tiempo. Estoy seguro.
Al llegar a mi casa, en la
televisión, saltan noticias de un incendio en Huelva. Está entre la Palma del
Condado y Valverde y se queman no sé cuántas hectáreas de matorral, monte bajo
y pinos. El alcalde de Villarrasa, que es donde se ha iniciado, dice que arde
algo de gran valor ecológico.
El hombre, en declaraciones
ante las cámaras, no sabe cómo magnificar la tragedia para que la gente sea
consciente del disparate y la tragedia que es un incendio. Dicen que tiene
todas las pintas de ser el primer gran incendio del verano. O sea que comienza el
rosario de otros que le van a suceder casi con toda seguridad. Ya los ha habido
en Cabra, Alhaurín de la Torre, Carchuna… y verán como suma y sigue.
Hay otro fuego. Es el que ha
venido de la mano del viento de terral. Era algo así como si alguien al ir por
tabaco (a lo mejor, eso no es políticamente correcto y no se puede decir) se ha
dejado la puerta del infierno entreabierta. No sé. Siento también como queman y
arrasan las barbaridades de algunas declaraciones de personas que en teoría
debería ser bomberos de una sociedad desorientada. Los veo convertidos en
pirómanos del fuego de la intolerancia. ¡Qué pena! Es otro fuego que arrasa y
siembra desolación.
lunes, 26 de julio de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La Coracha
Además de ser el lugar, o sea la
zona donde Málaga dejó morirse casi de miseria y abandono en el olvido de sus
conciudadanos a uno de sus poetas más grandes: Salvador Rueda, es algo
consustancial a la ciudad que sería otra sin Puerta Oscura, el Bulto, la
Malagueta, la de antes (la de ahora es un bodrio de desarrollismo anárquico) la
Trinidad, El Perchel, o sin la propia coracha.
¿Qué es una coracha? Según el
diccionario, una muralla de protección a un camino que unía dos puntos no muy
distantes entre sí, que era transitado con frecuencia y que había que
resguardar de posibles ataques esporádicos y por sorpresa. Esa muralla podía
ser doble, es decir a ambos lados del camino, y en su trayecto podía facilitar
acceso a agua para en caso de ataque tener protección de resistencia.
Según la profesora Rosario
Camacho existían dos corachas, una terrestre y otra marítima. La cercanía del
mar lo exigía. No hay que olvidar que el rebalaje estaba en lo que hoy es el
parque y el edificio de la Aduana – que no ha perdido el nombre a pesar del
tiempo transcurrido – era el lugar propicio en el puerto para el despacho y
recepción de mercancías.
La coracha terrestre unía la
Alcazaba con el Castillo de Gibralfaro. La Alcazaba – a sus pies está lo que
queda del teatro romano - era palacio de residencia mientras que Gibralfaro era
fortaleza militar de defensa que, por su posición estratégica en la altura, le
permitía alcanzar puntos que desde otros lugares no podían conseguirlo.
La Alcazaba de Málaga tuvo una
relevancia notoria al final del reino nazarí. Las luchas internas de
descomposición ante el potencial militar de Castilla que empujaba con una
fuerza incontenible, propiciaron que en ella se refugiase El Zagal, tío de
Boabdil y Gibralfaro como último fortín defensivo.
La coracha es una herencia más de
las muchas que dejó la civilización islámica. El nombre de la coracha terrestre
se cita por primera vez en el siglo XIV por Rui González de Clavijo.
Posteriormente, hablan de ella Hernando del Pulgar, el alemán Münzer, Francisco
de Herrera o el Padre Mariana en su Historia
General de España. Los Reyes Católicos la incorporaron al escudo de la
ciudad por su carácter emblemático de Málaga a orillas del mar azul que viene a
dar en su Bahía.
domingo, 25 de julio de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Álora, enamora
El sur del Sur, o sea, nuestra
tierra tiene inviernos suaves y placenteros donde hace frío, frío de verdad, solo
ocho o diez días al año esparcidos a voleo que caen a capricho, principalmente
en el mes de febrero, aunque también pueden aparecer en diciembre o en enero.
Ya se sabe que la naturaleza tiene sus cosas.
Otoño – de almíbar y oro - y primavera son delicias de policromía,
exuberancia, abundancia de perfume en sus noches o canto de pájaros que acuden
a recogerse en los árboles urbanos –sobre todo en los grandes ficus del parque,
o en el campanario de la iglesia – desde los campos cercanos.
Pero el verano… ¡Ay, el verano!
Predomina el viento de levante que deja humedad en el aire y el cielo cubierto
de nubes que abren al mediodía. Si sopla del norte, el cielo está limpio,
impoluto, pero si sopla del noroeste, entonces es terral y que ¡Dios nos coja
confesados!
Las primeras horas de las mañanas
del verano o las que dan paso al crepúsculo de la tarde, son las apropiadas
para subir al castillo. El paisaje que se abre ante los ojos es algo único. A
sol poniente, El Hacho y las estribaciones del Monte Redondo. Terreno
descendente por las Lomillas y Baece hasta la orilla del río.
Vega abajo, el Guadalhorce va
camino de la mar. No se ve, pero se intuye en la lejanía. El río se abre paso
entre un vergel verde, frondoso, ahíto de vegetación. A veces, se entre deja
ver; otras, se oculta y juega al escondite de la adivinanza.
Cuando se corona el monte – el
Cerro de las Torres – el Castillo que recibe el nombre del cerro es una mole
imponente que da idea de su fortaleza para resistir los ataques del tiempo y de
los hombres, que quizá seamos más destructivos y perniciosos.
Enfrente, a sol naciente Los
Lagares y, en la lejanía, El Torcal y la Sierra de la Huma y del Valle. En
medio, campiñas en verano agostadas y en los meses menores una alfombra de
verdor donde anidan las alondras.
Un paseo hasta Flores - el
Santuario está a poco más de dos kilómetros de la población - es eso que uno a
veces necesita para, en el sosiego de la paz y el recogimiento, reencontrarse
consigo mismo y, entonces, apreciar que hay momentos y lugares que enamoran.
sábado, 24 de julio de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Los Lagares
Con ese nombre se conocen también a los montes que, en sentido decreciente, desde El Torcal se extienden entre las cuencas de los ríos Guadalhorce y Guadalmedina. En ellos confluyen los términos municipales de Cártama, Pizarra, Almogía y Álora.
Están surcados por numerosos arroyos (Bujía, del Comendador, Cansinos, Corrales, Morales, Pedro la Torre, Ancón…) correntías, y cañadas. Lo accidentado del terreno provoca grandes erosiones y arrastres de tierra fértil en épocas de lluvias, que suelen descargar torrencialmente sobre todo en los meses de otoño. Dan impresión de ser tierras de gran aridez y poca productividad.
En sus cumbres, de elevación media y valles profundos, parece que no hay suelo fértil. En tiempos remotos estuvieron cubiertos por bosques de encinas y matorral mediterráneo, quedando una pequeña muestra de alcornoques en Santi Petri (Almogía).
En su formación entra “una pizarra arcillosa, gris, azulada y rojiza según los gres de descomposición y los diversos óxidos metálicos que la tinturan. Deben su nombre – Lagares – a la proliferación del cultivo de la vid, que posteriormente daba lugar al piso de la uva en el lagar y la obtención de vino y mosto de una calidad excelente. La plaga de la filoxera terminó con el cultivo de la vid en el siglo XIX. Se sustituyó por el del almendro, hoy casi marginal por la orografía, por la llegada de nuevas variedades y por el excesivo coste de producción que no lo hace rentable. Dentro de una economía de subsistencia, el olivo injertado sobre acebuche, tiene una presencia notoria con ejemplares centenarios y dignos de aparecer entre los libros de ejemplares únicos.
Los Reyes en 1502 en Cédula dada en Sevilla, pretendieron proteger el cultivo de sus viñedos y consideraron a estas tierras “que para pan no son” como excelentes para el cultivo de la vid, almendros, olivos e higuerales y encinas que sirvieron de base para la dieta invernal.
Almacari, historiador y geógrafo del siglo X, nacido en
Tremecén, quedó admirado de sus colinas
plantadas de viñedos e higueras y dio información de cómo eran la vida y, sobre
todo, los cultivos de esta zona del Sur de Andalucía. No se sabe si él la
conoció personalmente, o si la
información que aporta, es por referencias que había recogido de otros viajeros.
En la tierra de Lagares nacieron los Verdiales… “En el arroyo Rabanero, /el dinero es el que
pita, / se echa una novia un obrero, / viene un rico y se la quita”. ¡Ahí
queda eso!
viernes, 23 de julio de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Antonio
A mi hermano electo – hay
hermanos con los que nos enriquece la naturaleza y la sangre, y otros que nos
los regala la vida porque sí – Antonio, lo conocí en 1962. O sea, ayer tarde,
poco más o menos. Luego, ese Alguien que mueve los hilos, hizo que no nos
hayamos separado desde entonces.
Hemos andado caminos por los que
no va casi nadie, nos hemos perdido por rutas que sí van alguna parte. Hemos viajado
mucho, mucho, mucho… ¿Y hoy dónde? Era la pregunta pertinente: A la rosa de los vientos y echábamos carretera
fuera y kilómetros a las espaldas.
A un lado quedaban Sierra Nevada,
de cumbres blancas y Granada, y Jaén, Puerta de Andalucía que dicen para
venderla, como si hubiese necesidad de eso. Y Despeñaperros y las Tablas de
Daimiel y… Antonio, que tiene una riqueza interior que otros deseamos, me decía
que en esa naturaleza viva de acuíferos y aves, veía la mano de Dios y le digo
que sí, que es así…
Y nos fuimos también por esas
tierras de jarales y bosques de encinas, quejigos y retamas y melojos y
anduvimos por San Pablo de los Montes y Helechosa de los Montes, también, ¿cómo
no? y Hontanar y Los Yébenes… y entonces – ya lo sabíamos – que por allí “mil
gracias derramando pasó” y que los dejó prendados de su hermosura…
Y subimos a la Sierra de la Peña
de Francia, y a las Batuecas, y un día nos fuimos a convivir con los frailes
Jerónimos de El Parral en Segovia y a Albarracín y Tragacete y…
Y bordeamos Gredos. Por Cabezuela
y Navaconcejo - ¿te acuerdas, aquel mano a mano con las picotas?, y por el
Jerte, a Tornavacas y por el Tormes a El Barco de Ávila y el desvío a
Piedrahita. Teníamos que probar las judías que son las mismas que las de El
Barco, y otra vez de vuelta al río, a La Aliseda con un puente románico y la
iglesia de Santa Margarita… En aquellas cumbres hablar de la Fe, era hablar de
Santa Teresa. Era otra cosa. Cada vez me cuesta más, y a mí, te dije.
Después de Navarredonda de Gredos
y antes de llegar a San Martín del Pimpollar, ya habíamos coronado vertiente.
Bajábamos como las aguas del Alberche a las tierras del Tajo, La Vera garganta
a garganta y pueblo a pueblo y luego… ¿Dónde luego, hermano, dónde? Y si… No
quiero pensarlo, mejor dejarlo estar y asumir que “nuestras vidas son los ríos /
que van a dar a la mar / que es el morir…”
jueves, 22 de julio de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cicatriz
Nuestra toponimia está llena de
nombres que nos legaron otras civilizaciones. Ciudades, montes, ríos, arroyos,
cosas de uso común, utensilios... Hoy, con la adaptación a los tiempos, los
nombres han cambiado, pero no sus raíces.
Así sabemos que Gibraltar viene
de la palabra compuesta (gibral,
(roca o peña) y Tarik), el primer
caudillo cuando en el 711 llega la invasión musulmana; Guadalquivir, (guad, río, al –kabir, grande). Los romanos lo llamaron Betis, lo que viene a
decir que eso de cambiar los nombres ha existido desde siempre. Alora (al –a- orá, “ciudad donde mora el Dios
altísimo); Guadalmedina, “guad, río, medina, ciudad, el río de la ciudad”.
El río Guadalmedina escinde en
dos partes a Málaga. Hoy, se ha quedado en el centro. Siempre fue un azote que
causaba con las inundaciones periódicas, de modo cíclico, en los comienzos de
otoño por mor de las ‘gotas frías’. Sembraba muertes, dolor, desolación y
pobreza. La enorme riada del 28 de septiembre de 1912 fue la que colmó el vaso.
Decidieron construir una presa – el Pantano del Aguajero – un poco más arriba
de la finca de la Concepción. Una enorme oquedad en su muro (un agujero) de ahí
su nombre, solo permitía salir la cantidad de agua que podía evacuar su cauce,
además de recrecer los muros laterales a manera de diques.
Fue la gran obra que Málaga
anhelaba y pedía. Después, se plantearon cuando aún el crecimiento de la ciudad
lo permitía, la desviación del río. Naturalmente, - porque en Málaga las cosas importantes,
en más de una ocasión, se aplazó por discusiones internas para ‘mañana’. ¿Se
acuerdan lo de ‘madre para todos y madrastra para mí? Pues eso.
La gestión llevada a cabo, desde
hace unos años hasta ahora, en la ciudad de Málaga la ha puesto de dulce.
Málaga, parodiando a María Dolores Pradera en aquello “del puente a la alameda”
lo puede alargar un poco más y llevarlo hasta la Malagueta y al puerto y a
calle Larios y al centro histórico y… Málaga está de cine.
Tiene una cicatriz abierta: la
solución del río. Ese río tal como lo vemos es además una denuncia pública de
la indolencia y la incapacidad de la sociedad malagueña – y tendremos que
meternos todos – para resolver los problemas que se salen de lo cotidiano.
miércoles, 21 de julio de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Palabras
Una mañana de primavera – a Córdoba solo se puede ir en dos estaciones
del año, esa y el otoño – deambulaba por la ciudad. Iba de la mano de esas
cosas que nacen por dentro, o sea, de la intuición de dejarse llevar por las
calles sin ir a ninguna parte ¿o sí se va a algún sitio cuando se anda así? De
pronto, sin esperarlo, en la fachada de la Facultad de Filosofía, me encontré
con el mensaje:
Aquí estamos
los soñadores, /
los
ingenuos, /
los que
aún creemos
en la
fuerza de las palabras.”
-Anónimo –
Después me dejé llevar. Recordé
la Córdoba de esplendor, la Córdoba del Califato donde al poderío militar le
unieron otro, el cultural, el que llegó a todas las tierras. Pensé en aquella
biblioteca que decían, que cuando aún no había aparecido el papel, tenía más de
cien mil volúmenes…
Me vino después al pensamiento la
Córdoba de los Reinos Taifas, o sea la Córdoba de la autodestrucción con las
luchas internas por cotas de poder y riqueza frente a unos reinos emergentes
con un poderío militar inusitado. Contra el perfume de las rosas en las tardes
de primavera, la gente guerrera de corazas y mallas de acero.
Córdoba soñó, como soñaba el río
por donde llegaban las embarcaciones que lo remontaban contra corriente, para
dar en sus orillas junto al puente que habían construido muchos años antes,
otros que habían venido de tierras lejanas: Roma.
Los pueblos necesitan soñadores,
gente a las que mueva el perfume del jazmín, el arrullo de una paloma en el alféizar
de la ventana, el trino de los pájaros que cantan cuando rompe el alba porque
viene el día.
Hombres ingenuos que creen que
los hombres buenos son más, muchos más que los hombres malos, esos que hacen
que sus acciones resuenen como un chino en una lata, a pesar de que su mensaje
está hueco, vacío, carente de sustancia que llene por dentro.
Corren tiempos de desconcierto. A
lo mejor, la palabra está esperando a que algunos hombres se despojen de
prejuicios y de todo lo viejo y la abracen con tanta fuerza, que algunas
recobren todo su sentido, y pienso en Justicia, honradez, paz, solidaridad,
amor… A lo mejor, aquel anónimo que
escribió, eso ya sabía que mucho tiempo después, algunos hombres ingenuos que
todavía no habíamos nacido, ya creíamos en la fuerza de las palabras.
martes, 20 de julio de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. San Arnulfo y otros lópeces
Un amigo
me dice que ayer fue la festividad de San Arnulfo, obispo de Metz, y patrono de
los cerveceros. (Sea por siempre bendito y venerado, lo digo por llamarse
Arnulfo, nombre como se ve, corrientísimo
en la guías telefónicas cuando existían; por lo ‘otro’… pues eso.)
Otro
amigo me dice, que hay media España fuera de su sitio habitual. Hay quien ya se
ha refrescado en las playas. En algunas hay más gente que hormigas. Dicen que
separada entre sí. Me creo que los milagros existen. Otras, buscan lugares
recónditos en eso que se llama turismo rural y esas cosas. Ojalá respeten el
campo y cuidadito con encender fuego de manera imprudente.
Este
medio julio que llevamos trillado, ha dejado contentos a unos, disgustadillos,
a otros. En televisión hablan de las estadísticas de ocupación en los hoteles.
Hay para todos los gustos. Algunos están tristes porque no vienen los hijos de
la Gran Bretaña; otros dicen que, para borrachos, en los botellones nocturnos
de algunas ciudades, hay un cupo muy apañado.
Nadie, o
casi nadie está contento. La gente busca en la evasión, o sea fuera de ellos,
una felicidad más utópica que real. Creen que al otro lado de la montaña, los
perros están amarrados con longanizas y los de aquel lado piensan que en los
remojones playeros, está lo que ellos anhelan y buscan.
Hay quien
manifiesta que es lo de siempre: “unos vienen y otros van”. Puede. Es más, es.
No queremos estarnos quietos. Creemos que es más bonita la calle blanca del
pueblo de al lado, que la nuestra, que la pateamos todos los días. Eso de
Cancún, a donde iba la gente de viaje de evasión “a estar tranquilo y a
descansar” como me dijo uno que no sabía situarlo en el mapa y que no le daba
un palo al agua, queda muy lejos.
Es tiempo
de verano. Tiempo, de vacaciones que en buen sentido sería cambiar de actividad
y cargar las pilas. Claro que, estando el patio como está… Ayer leí una cita de
Mario Benedetti. Viene como anillo al dedo: “Madrid se queda vacía, solo
estamos los otros…”
La gente
huye. Es bueno pararse una noche de verano, entre amigos, con un espeto de
sardinas plateadas, y con una enorme devoción a san Arnulfo. Yo lo hice hace
unas noches y hasta me sentó divinamente.
lunes, 19 de julio de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Las fuentes de El Hacho y (III)
Fuente de la Zorra
Desde la fundación del Santuario
de Flores, en 1592, los frailes Franciscanos Recoletos tuvieron resuelto el
problema del agua surtiéndose desde un principio de las correntías del
nacimiento y cuando no, acudían en tiempos de lluvias, mediante un entramado de
atanores, a la cercana Fuente de la Higuera o desde las mismas faldas de El
Hacho.
Eso no fue óbice para que en
alguna ocasión surgiese algún pleito con vecinos, que anhelaban también a tan
preciado bien. No obstante, el convento siempre gozó del suministro,
fundamental para su propia huerta y para la comunidad que permaneció allí hasta
1835 en que fueron desamortizados por Mendizábal.
El nacimiento de Flores siempre tuvo carácter
privado. Al principio fue usado por los frailes del convento (la fuente está
casi en la linde de lo que era la huerta de la Comunidad Franciscana),
posteriormente como uso privado de la finca donde aflora. Se recoge su existencia en el Catastro del
Marqués de la Ensenada donde dice que la propiedad de Catalina Santo Domingo,
viuda, posee una huerta, en dos fanegas que se riega con agua que saca del
Nacimiento de Nuestra Señora de Flores.
La Fuente de Zorra se enclava en
la ladera norte de la sierra del Hacho. Existe una fuente, de poco caudal, aunque
no se agota nunca y que recibe el nombre del pago. Su agua, de excelente
calidad. El subsuelo está formado por rocas detríticas, calcarenitas,
conglomerados y margas. Su valor paisajístico es muy grande porque al hallarse
en la ladera de una hondonada da un aspecto muy especial y en algún aspecto
hasta con cierto embrujo y misterio. El Diccionario Geográfico de España, de
1957 la reseñaba como de las fuente más importantes del término municipal de
Alora..
Con el mismo
nombre también se conoce al pago rural que se enclava entre el arroyo de El
Sabinal y las faldas norte de El Hacho. El libro de Amillaramiento, Riqueza
Rústica, recoge que Juan Castillo Alva (sic) posee una suerte de secano en
dicho partido, según escritura pública de 9 de julio de 1894.
domingo, 18 de julio de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Las fuentes de El Hacho (II )
Fuente de la Manía
Durante muchos
años, la Fuente de la Manía, era el fin de la población urbana. A partir de
ella, se abría el campo: hacia Flores, por la izquierda, hacia los pagos
rurales de Los Llanos, y Vega Redonda o hacia los núcleos de población de Las
Melliza, Caracuel y el más lejano de El Chorro.
El manantial de
la fuente de la Manía del que no se sabe el porqué de la originalidad de
topónimo y desde cuándo se le reconoce con ese nombre, brota al
pie de la “Jerriza” desprendida del Hacho en el enclave donde se interceptan
las carreteras de la Estación, Carratraca, El Chorro y la Avenida Cervantes,
principal vía de acceso a la localidad desde el norte. Su nombre aparece citado
por primera vez en la Hojita Parroquial que, refiriéndose a la construcción de
la iglesia de la Encarnación, dice: Después se hizo contrato con Juan Fernández
Galaroza para la conducción de los cantos a la plaza. Fue condición expresa que
habían de cortarle en la Pila Terraza, hoy Fuente de la Manía, por ser los más
finos de nuestra sierra. Que por cada carreta se abonasen dos reales”.
El
Quebraero, bajo nogales, higueras y sauces, se asienta en la ladera de sol
naciente. Durante un tiempo tuvo carácter de privado, lo que conllevaba el pago
por parte de las usuarias, mujeres, como era uso y costumbre durante el siglo
XIX y parte del XX, que realizasen trabajos del lavado de ropa, antes que el
hombre se incorporase a realizar tareas de uso doméstico. El Libro de Amillaramiento,
Riqueza Rústica de 1789, recoge que Ana María García Hidalgo adquiere por
herencia de Cristóbal García Márquez, partido de la Dehesa de Flores, una
suerte con naranjos y limones y algunos olivos.
La Fuente
de la Higuera aparece en el Libro del
Repartimiento en el que a Luys de Puerto Carrero, se le asignan doce
caballerías de tierra de cuarenta fanegas cada caballería, linderas con el agua
de la Fuente del higueral. La fuente se enclava en la margen derecha de la
carretera antigua, Málaga-Sevilla, por Peñarrubia, en las cercanías del convento
de Flores, a dos kilómetros aproximadamente de la localidad. Sus aguas son muy
apreciadas y con su derrame se riegan huertas y tierras abajo. Es fuente de
gran estiaje.
sábado, 17 de julio de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Fuentes de El Hacho (I)
Canca
El monte Hacho, ese que para
nosotros es como el Pan de Azúcar a Río, el Gurugú a Melilla o el Igueldo a San
Sebastián, tiene unas excelentes vistas, una ventilación envidiable y una
vegetación mediterránea frondosa.
El macizo tiene un acceso
dificultoso por las laderas norte, oriental y sur, no así por la de sol
poniente donde desciende de manera más suave y con menos dificultad.
Entre sus plantas autóctonas,
destaca la floración de una manzanilla que durante mucho tiempo se usó como terapéutica.
Posteriormente se supo que sus cualidades sanitarias son mínimas. El Hacho en
su cumbre no tiene agua.
Una corona de fuentes, a sus
pies, lo rodean. Son pobres en caudal y con estiajes muy notables hasta el
punto de llegar a secarse, algunas, a final del verano: Fuente de Pedro
Sánchez, Canca, La Viñuela, Fuente de la Manía, El Quebraero, Fuente de la
Higuera, y Fuente de la Zorra…
La fuente de Pedro Sánchez, se
enclava en la ladera de poniente. Aparece en el Libro del Repartimiento del
Bachiller Serrano. Recibió el nombre de las tierras colindantes adjudicadas al
repoblador Pedro Sánchez que vino a la toma de Álora con los Reyes Católicos en
1484
Alí ben Falcún, el Baecí, penúltimo alcaide del castillo
de la Torres de Álora, fue hecho prisionero en la batalla de Lopera y ofreció
un alto rescate por su libertad que no consiguió. Fue vendido como esclavo en
Morón. Las últimas noticas que se tiene de él son desde Jerez, donde se le
pierde la pista. Dio nombre al pago y a la fuente, la Fuente de El Baece,
situada en la falda del sureste. Sus aguas se aprovecharon para riegos y
lavadero.
La fuente de Canca recibe el nombre del pago
rural, en la ladera oriental. Sus aguas son muy apreciadas. Tiene fácil acceso,
lo que hace que sea muy frecuentada. La zona fue habitada desde tiempos
prehistóricos, con importantes hallazgos del período musteriense.
Posteriormente, los romanos se asentaron en su suelo dejando las termas más
sobresalientes del término municipal. Fue poblada también por los árabes, y
tras la conquista cristiana, sus tierras siempre han estado colonizadas.
La Viñuela, está recogida
en Escrituras de 1757, al fundar Capellanía don Pedro Díaz Castro y Lobato y
relacionarla entre los bienes que entraban a formar parte, conjuntamente con
tres olivares, en los partidos de Canca, Morales y Taivilla.
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Fuente de El Hacho
Canca
El monte Hacho, ese que para
nosotros es como el Pan de Azúcar a Río, el Gurugú a Melilla o el Igueldo a San
Sebastián, tiene unas excelentes vistas, una ventilación envidiable y una
vegetación mediterránea frondosa.
El macizo tiene un acceso
dificultoso por las laderas norte, oriental y sur, no así por la de sol
poniente donde desciende de manera más suave y con menos dificultad.
Entre sus plantas autóctonas,
destaca la floración de una manzanilla que durante mucho tiempo se usó como terapéutica.
Posteriormente se supo que sus cualidades sanitarias son mínimas. El Hacho en
su cumbre no tiene agua.
Una corona de fuentes, a sus
pies, lo rodean. Son pobres en caudal y con estiajes muy notables hasta el
punto de llegar a secarse, algunas, a final del verano: Fuente de Pedro
Sánchez, Canca, La Viñuela, Fuente de la Manía, El Quebraero, Fuente de la
Higuera, y Fuente de la Zorra…
La fuente de Pedro Sánchez, se
enclava en la ladera de poniente. Aparece en el Libro del Repartimiento del
Bachiller Serrano. Recibió el nombre de las tierras colindantes adjudicadas al
repoblador Pedro Sánchez que vino a la toma de Álora con los Reyes Católicos en
1484
Alí ben Falcún, el Baecí, penúltimo alcaide del castillo
de la Torres de Álora, fue hecho prisionero en la batalla de Lopera y ofreció
un alto rescate por su libertad que no consiguió. Fue vendido como esclavo en
Morón. Las últimas noticas que se tiene de él son desde Jerez, donde se le
pierde la pista. Dio nombre al pago y a la fuente, la Fuente de El Baece,
situada en la falda del sureste. Sus aguas se aprovecharon para riegos y
lavadero.
La fuente de Canca recibe el nombre del pago
rural, en la ladera oriental. Sus aguas son muy apreciadas. Tiene fácil acceso,
lo que hace que sea muy frecuentada. La zona fue habitada desde tiempos
prehistóricos, con importantes hallazgos del período musteriense.
Posteriormente, los romanos se asentaron en su suelo dejando las termas más
sobresalientes del término municipal. Fue poblada también por los árabes, y
tras la conquista cristiana, sus tierras siempre han estado colonizadas.
La Viñuela, está recogida
en Escrituras de 1757, al fundar Capellanía don Pedro Díaz Castro y Lobato y
relacionarla entre los bienes que entraban a formar parte, conjuntamente con
tres olivares, en los partidos de Canca, Morales y Taivilla.