Se levantaron sin que hubiese alumbrado
el día. Querían llegar a Pompeya antes que la masa de turistas – sabían que era
un imposible – colapsaran la entrada. Cada día, acuden cientos de personas de
todas las partes para visitar las ruinas.
Ellos tenían entrada VIP. La
espera sería menor que la que tendrían que soportar los grupos. Se despidieron
de Lucca y Gigliola…
Por el camino, él le daba vueltas
a la conversación mantenida durante la cena en Positano con don Giovanni. Sabía
que era un experto en la vida y obra de san Pío X, sobre quién había hecho su
tesis. Cuando le pidió que le hablase del Papa Sarto, le contestó que había
sido un hombre providencial, en un tiempo muy difícil, “aunque todos los
tiempos, agregó, lo son”. Tuvo la suerte de tener a su lado a Merry del Val.
Fue de lo mejor que España ha enviado a Roma en mucho tiempo, aunque en España
es casi un desconocido…
Le preguntó por qué en Italia, a
los Papas se les conoce por el apellido, “porque son nuestros” dijo. Y,
¿Wojtyla, también? También, afirmó de manera rotunda, “el polaco, el más
italiano de todos”. ¿Y el Papa Francisco?, “El Espíritu Santo no se equivoca
nunca”, y agregó: “Más de dos mil años de pervivencia, son muchos años”.
¿Don Giovanni, le había
preguntado en otro momento, existió don Camilo? “Sí, - contesto - en la mente de Guareschi, aunque
yo lo conocí”. Todos rieron la ocurrencia del viejo, que era sabio por lo que
sabía y por viejo…
Cuando llegaron a Pompeya… ¡un hervidero!.
Ves, le dijo a ella, toda esta gente, como nosotros, acude a la llamada morbosa
de la muerte. El Vesubio, en la lejanía seguía agazapado en la luz de la
mañana.
Llamó a su amigo Sebastiano, esperto
nella storia della Chiesa y un grande viticoltore. Comieron juntos y
después, deambularon por Nápoles. Las huellas de la Corona de Aragón seguían
vivas. El palacio de Alfonso V ‘el Magnánimo’, era señal de un pasado de
esplendor. Pasearon por la plaza del Plesbicito, al final de la Via Toledo,
cerca de la plaza de Trieste.
La luz entraba por el techo
acristalado de la Galería Umberto I. Ella entró en una tienda y se compró un
bolso de piel color camel, pequeño y de un precio razonable….
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