lunes, 28 de septiembre de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Fatigas

 

 

                 


Hablan los periódicos que a muchas personas se les plantea un problema económico y no saben la manera de llegarán al final de mes. Cierres, despidos, paros…Una situación económica muy dura de pelar.

Hay gente angustiada por el tema económico, por el  sanitario o por su situación personal en el mundo de los sentimientos, y que puede aparecer en cualquier momento de la vida.

El pueblo que es sabio distingue entre estrecheces, penas y fatigas. El flamenco, como expresión del sentir de ese pueblo lo recoge con una nitidez que asombra hasta el punto que deja cada cosa en su sito y además, puntualizadas y  muy claritas.

Cuando habla de estrecheces dice de necesidades y se dirige a quien puede compartir y ayudar a pasar el momento. Quizá sea por aquello del refrán: “las penas compartidas son menos” y así canta: “Vente cormigo a la güena / y entre los dos pasaremos / las fatigas y las penas”.

La pena como sufrimiento va por dentro. Pueden durar más o menos pero siempre atosiga, amarra, atenaza.  La pena, a veces se escapa del alma y aflora a modo de un suspiro que se va por el aire y no sabemos hasta dónde llega: “Tengo yo una pena / un dolosito mare continito/ que al arma me llega”.

La fatiga puede venir por muchos caminos. Los ya apuntados y el que viene de la mano del ansia o de la de vehemencia del amor. “Son tan grandes mis fatigas / que no te pueo orbiá; / del día en el pensamiento; / de noche, en el ensoñar”.

Rafael de León firmó un poema de amor roto, destrozado, hecho añicos. Mientras ella corta olas de nácar en la mar océano y  se corta mechones de trenzas que echa al viento desde un barco camino de las  Indias, él, araña su pena en la arena de Cádiz: “A la mar maera, / y a la Virgen, cirio, y pa duquitas, mare de mi arma,/  pa duquitas negras, / las que tié la Lirio”.

Si tienen ocasión echen un vistazo al “Léxico andaluz de las coplas flamencas”. El trabajo es de Miguel Ropero. Merece la pena.


 

1 comentario:

  1. Precioso texto. Me alegra, además, por la mención a mi admirado Miguel Ropero Núñez, eximio filólogo.

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