Es poco más de mediodía cuando el
viajero pasa por Las Navas de la Concepción. Recuerda que el padre de un amigo
suyo puso allí, hace ya muchos años una romana. Compraba aceitunas.
Según le contó su amigo fue muy feliz el tiempo que estuvo por allí acompañando
a su padre… La gente bebe – hace calor -en la puerta de los bares.
El pueblo debe su origen al
monasterio que en el Valle de los Galleguillos, construyeron los monjes basilios y que destruyeron las
tropas de Napoleón, y luego, lo terminó de arreglar, es un decir, porque supuso
su desaparición, la desamortización.
Prosigue hacia San Nicolás del Puerto. Va acompañado de quejijos que crecen
en umbrías y barrancos, manchones de olivos, y el pasto seco de la dehesa.
Corona un altozano. San Nicolás se agrega ‘del Puerto’. Deja a su derecha
la Sierra del Lorito. La población se le viene a la mano como quien no quiere y
va sabe que veneran a uno de sus hijos preclaros: San Diego de San Nicolás del
Puerto ¿será por ‘santidades’? El hombre
llevó vida de ermitaño. Una placa en la fachada de la iglesia lo
recuerda:
“Dulce leño/ dulces clavos
En el V Centenario de su patrón 1553-1953”
En uno de los laterales del templo, una imagen de mármol blanco sostiene
una cruz de acero inoxidable. Sobre el hombro se posa un mirlo (que ni decir
que tiene que es rabiosamente negro). Al pie, en el frontal, un cardenal, - o el peloteo del cura de turno -, de Sevilla dejó recuerdo de su paso por estas
tierras: “Su Excelencia Reverendísima, Doctor Don....” ¿A que contrasta ante la
humildad del ermitaño santo con tanta pomposidad de títulos y hombres?
También sabe que allí represan, las aguas del Hueznar y consiguen una
piscina natural. Entre la frondosidad de sauces, alisos, álamos y chopos, el
viajero toma algo de comer porque es la hora, y porque aprieta el hambre...
Después, contempla el cauce – ahora va seco – por el que pasan las aguas
bajo el puente romano, que no son más que restos de la colonia que se llamó Iporci.
Repasa las notas y lee que dedican la iglesia, que es del XIII, a San
Sebastián y en ella bautizaron al antes dicho San Diego. (Una gasolinera
cerrada y en quiebra lleva el nombre del santo local…)
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