Málaga siempre ha mirado al
mar. Le ganó terreno, y lo echó un poco más
allá. Quería alejarlo de la orilla. Era una playa llana y sin profundidad. Los
barcos de caladao no llegaban a la
ciudad…
Málaga sacaba del mar parte de
su alimentación: el pescado. Los tiempos no permitían su conservación.
Utilizaron dos técnicas, la salazón y el secado, colgado en perchas y palos,
hasta que podía transportarse a tierras lejanas.
Al otro lado del río
Guadalmedina, el campo expedito. La
industria, por otro lado, causaba malos olores. Había nacido el barrio de El
Perchel. La ciudad, anclada al este, el río por medio. Limitaba con la Trinidad por el norte; por el oeste, con la
Cruz del Humilladero y el Bulto; al sur,
el mar…
Barrio de pescadores. Hambre,
pobreza, miseria y muertes prematuras por las epidemias o por los que se
llevaba la mar. Pilluelos de pies
descalzos y encallecidos por sus calles.
Un día, un chaval ayuda a su padre.
Venden pescado por la playa de San Andrés. El destino quiere que se encuentre con un cura,
canónigo y santanderino de origen. El
niño lleva el pescado a la casa del cura en la Plaza de la Merced.
Comienza una relación como
recadero. Sobrevive a un naufragio en Guinea. Su protector, don Antonio Ibáñez
de la Riva, lo lleva consigo cuando lo nombran obispo de Ceuta, primero; de
Zaragoza, después. Se abre una carrera prodigiosa. Estudia leyes civiles y
canónicas…
Ocupa altísimos cargos en la
Administración. Presidente del Consejo de Hacienda, Consejero y Camarista del
Supremo Castilla, marqués de Campo Alegre. Lo nombran obispo de Cádiz. Ya
estaba allí la Casa de Contratación y el monopolio del comercio con América.
Funda la parroquia de San Lorenzo y pone la primera piedra de la Catedral…
En su testamento deja
fundaciones para ayudar a los necesitados de Cádiz, un montepío en Zaragoza, en
Málaga una, Nuestra Señora de la Antigua; otra, en San Pedro…
El niño perchelero había
nacido, en 1663, en una casa inmunda de lo que hoy se conoce como calle del Obispo
en una familia venida a menos, murió en Chiclana en 1730. Se llamó Lorenzo
Armengual de la Mota. Su tierra le dio su nombre a una calle. Arranca en calle
Mármoles en la divisoria de dos barrios emblemáticos: la Trinidad y El Perchel.
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