martes, 9 de octubre de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Preludio de otoño


Breves, pero intensos. Como el vuelo de la perdiz. Así han sido los aguaceros que se vienen sucediendo desde el mediodía. Ni refrescón siquiera para el campo. Ni alivio para veneros y pozos, ni por supuesto para que corran arroyos y cañadas. Pero algo, que diría el conformista, es algo. El otoño no quiere venirse de una vez, y a punto del llegar a la mediación  del mes, ni se arañan las sementeras ni se vislumbra una besana seguida de bisbitas picoteando el surco recién abierto.

A media mañana fui a Torremolinos. Le temo a esa carretera. Demasiados coches. Muchas prisas; más velocidad. Allí el cielo estaba entoldado y feo. Nubes negras. Por la Sierra de Mijas descargaba una cortina de agua. Había cantidad de cotorrillas verdes y gruñonas sobre la acera y picoteando el césped de los jardines. Ya son plaga. Vienen de no se sabe qué sitios y han tomado todo esto por suyo.

El mar estaba revuelto. Había mar de fondo. Olas blancas y embravecidas rompían antes de llegar al rebalaje. Gente haciendo deporte. O la gente se vuelve medio loca o no tienen miedo a perder la vida. El mar no estaba para sortear olas y hacer piruetas en sus crestas. El mar tenía diferentes capas de colores…

Ahora, cuando redacto estas líneas vuelven a sonar las gotas sobre los cristales. Otro chaparrón que pasa, pero con demasiado tiento. Se ha desencadenado una tronada por El Hacho. Parece que se corre por Sierra Aguas y por la Sierra de la Pizarra… Mañana dirán que se ‘escurrió por La Joya y se fue como para la parte de Granada’.

Dicen los informativos que han desactivado las alertas en la Costa occidental. Marbella y San Pedro, esta mañana se vieron desbordados… Algo parecido ha ocurrido en Benajarafe. Ahí parece que la causante ha sido una tromba trempanera. Lo de siempre, un arroyo desbordado.

El mundo de la política también está como  el tiempo. Tormentoso. Hay problemas que parecen de una solución muy difícil. Algunas cosas se antojan imposibles. Ponerse de acuerdo algunos de los que quieren mandar y los que no están por soltar el gachero eso no es difícil; es imposible.





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