Ha venido como un miura de
cinco yerbas desbocado y herido. Ha venido con las puntas de los pitones
afilados por el viento de la noche oscura y tenebrosa. Ha venido con la muere
en las entrañas y la ha descargado a modo
de tragedia en otras tierras. Ha sido una loba de ubre llena y colmillos como
navajas barberas.
Comenzó a tronar a media noche.
Eran altas horas de la madrugada. El cielo era un relampagueo constante y los
truenos cada mas más cercanos. Arreciaba
el aguacero; el viento estrellaba con fuerza las ráfagas de agua en los
cristales de la ventana Llegó, descargó y siguió camino hacia alguna parte.
Esta mañana veo que se han
venido al suelo los pámpanos de la parra. Están casi deshojadas las margaritas.
Heridas las rosas y los pétalos dando
cobijo a las últimas gotas que han encontrado en ellas acomodo. Por aquí, por suerte, ha descargado de manera
irregular: 45 litros por metro cuadrado en el Calvario; 18, en la Cantina de
los Llanos; en Paredones, 15… Cada uno contaba su parte meteorológico.
Dicen que quien lidera la tabla
de la tragedia ha sido la isla de Mallorca. Se ve que el temporal no ha tenido
ni una pizca de compasión con ella y entre muertos ya contabilizados y personas
desaparecidas, la cifra ha subido a un escalafón considerable. ¡Qué pena,
qué impotencia, qué rabia!
El otoño llena de nostalgia los
sotos y los bordes de los caminos; los castaños de hojas doradas y erizos con
el fruto dentro arrastrados a sus pies se visten de oros viejos; granados de frutas ebúrneas y coronadas
llenas de granos de rubíes destinados a bocas excelsas orillan las lindes y
después de entregar el fruto, todos ellos entregaran un alfombra de amarillo.
Los informativos hablaron de
descargas puntuales por lugares lejanos.
Me dice un amigo que el problema se cierne más hacia la costa y que aquí en el
interior puede que llegue con menos fuerzas. Ahora toca esperar porque las tormentas, dice alguien, algunas
veces repiten a las veinticuatro horas…
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