Teba
otea horizontes.
Antes
de llegar párate en el arroyo de la Venta. Acércate a pie. Oye el eco del
graznar de las grajillas prolongado dentro del desfiladero. Es largo y estridente.
La hendidura, consecuencia de la erosión en la
roca caliza.
Después,
desvíate a la derecha; enfila la ladera. (Teba está a dos vertientes).
Desde
lejos, el castillo de la Estrella. Algunos castillos tienen el nombre hermoso,
y más, si como éste, parece recortado en cielo. Tiene la silueta desmancada
pero es todo belleza.
Teba
tiene historia vieja. La presencia del hombre, desde muy antiguo. Útiles en
piedra y bronce en el Pilarejo y en la Cueva de las Palomas… ¡Y lo que se ha
perdido en el tiempo!
Con
los romanos se llamó Attegua.
Tuvo protagonismo en las guerras entre César y Pompeyo - ¡qué menudos dos!,
porque no hay pueblo en la Bética que no te digan que por su suelo se las
entendieron “ambos dos”, bueno, o los partidarios de los dos, porque ellos
debieron estar ocupadísimos - cuando lo del
Bello Civile y el paso del Rubicón y el “Alea iacta est” (La
suerte ya está echada) que te habrán recordado las más de las veces.
Los
musulmanes le dieron un empuje grande. Vamos que casi las ruinas que ves ahora
son los restos de lo que edificaron. La población, sin embargo, “se movió un
poco”, dicen los papeles, hacia el emplazamiento que tiene hoy.
A
finales XIV, tropas de Alfonso XI de Castilla (el de la política del Estrecho
y al que
se lo llevó de este mundo la peste negra
cuando acampaba en Algeciras) conquistaron la villa y durante dos siglos fue línea de
frontera.
Pero
quizá lo más curioso de la historia de este castillo viene en lo que te cuento
ahora.
Black
Douglas, escocés, va de camino a las Cruzadas, transportando
consigo el corazón del rey de Escocia Robert de Bruce (¡qué gustos los de la gente de entonces! ¿verdad?), tiene noticias
de lo que pasaba por los contornos de Teba, y se alió con los cristianos que
por entonces asaltaban el castillo.
Murió en el empeño ¡Y es que hay caprichos que
matan!
Bájate,
luego, hasta la parroquia de Santa Cruz. Es del XVIII. Tiene columnas de mármol
rojo; las trajeron del Torcal de Antequera. Ahora la gente del pueblo está
encerrada en su iglesia. Piden soluciones al desastre de las últimas lluvias…
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