martes, 2 de octubre de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Deseos de otoño


¡Con qué trabajito se arranca este año el otoño! No quiere irse el verano. Como aquel que se  despide una y otra vez y, luego, en la puerta, se vuelve, y va y dice: “que digo yo…” y, naturalmente,  no dice nada. Solo es aferrarse al momento y al sitio.

Hay un amago de rocío de hojas por el suelo.  Parques y aceras, alcorques y arriates de la calle… Algunas, impacientes se han bajado de las copas de los árboles y quieren hacer un boceto de alfombra que no llega a ninguna parte porque todavía no han tocado el clarín de arranque y están ahí para gozo de viandantes tempraneros.

Es otoño. Lo dice el calendario. En la calle, el calor a mano a mano con el asfalto. Hay un recuerdo de campo lejano, tardes de notas destempladas que no encuentran el reposo como cuando el amor es un revoloteo de mariposas por dentro. Un ¡ay! de pellizco por dentro.

Un manto de cristal y quejas; un anhelo roto entre la garganta y el pecho;  un recuerdo de jazmines que tuvieron su tiempo y ahora son quejíos que se llevó el viento y los hizo luceros, como se hacn lucero los besos furtivos que solo se dieron en el empeño y remaron en una barca que navega en el río del  recuerdo.

No quedan campanilleros mañaneros. Algunos pueblos conservan - oro en polvo  -  su folclore como pinceladas sueltas. Tomás López acaba de publicar un documento recuperado, ‘La esquila de Riotínto’. Otros, como Carcabuey o Priego de Córdoba aún tienen verdaderas joyas. Aguantan el paso del tiempo… Es octubre mariano de rosarios de Aurora, de devoción a María. Se para el tiempo, a modo de recuerdos,  en esta Andalucía poliédrica.

Suena a infancia. Niños adormilados camino de la escuela. Entonces, los niños iban a la escuela solos por la calle. Tropezaban con cualquier cosa para retrasar el reencuentro… Ahora, el otoño no halla en su camino esas nubes perdidas con las que tropezarse y hacerles la caricia que esperan y temblar como un adolescente…. Ojalá alguna vez se hagan realidad los sueños y baje la lluvia, la lluvia de otoño para empapar el campo, para henchir el alma, para…





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