lunes, 15 de octubre de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La Susona



Hurgo en los papeles de quienes saben de Sevilla – y de otras ciudades, claro, que es una manera de enterarse y documentarse-  de  sus cosas. Leyendas, traiciones y tradiciones, historia, devenir en el cada día. Lo que pasa...

Sevilla, a finales del XV, está poblada por gente de tres religiones. Cristianos viejos, judeoconversos o cristianos nuevos y musulmanes. Los primeros imperan, mandan de oficio; los segundos, - banqueros, mayordomos, prestamistas – mandan de hecho. Es la población judía a quien el pueblo no perdona que manden en la economía.

Los judíos habían llegado a Sevilla desde Córdoba. No tenían sitio en el Califato. Se instalan entre la Magdalena y San Lorenzo; luego, crean su propio barrio, la Judería. Allí tienen su vida con apariencia cristiana según las malas lenguas pero con prácticas hebreas en la intimidad.

Aparece Susana Ben Suson, ‘la Susona’ hija del banquero  Diego Susón. En su casa se gesta una revuelta. Ella enamorada de un caballero cristiano le relata lo que se avecina; delata a los suyos. La rebelión es reprimida de manera sangrienta y horrible. Costumbre de la época.

Entra en juego la leyenda. Ella arrepentida  acude al Catedral. Pide asilo. Reginaldo de Tolelo, obispo, la bautiza le manda que viva de manera discreta y purgue su pena en un convento. Pasado el tiempo vuelve a su casa; vida critiana y ejemplar.

Segunda versión. Amante de un obispo, tiene dos hijos. Abandonada se amanceba con un comerciantes de la ciudad. Vida licenciosa y de escándalos. Difícil de entender en una sociedad de aquel tiempo.

Una tercera versión se une estrechamente con la anterior. Cuenta que se dedicó a la prostitución. Al abrir su testamento encuentran una manda donde ordena que separada su cabeza del cuerpo la coloquen sobre su puerta – macabra imagen – para que a todos los transeúntes sirva de ejemplo su desdicha.

¿Qué hay de cierto en todo? La cabeza, dicen los papeles permaneció durante mucho tiempo, a lo largo de 1600.  Se conoció con el nombre de la calle de La Muerte. Después se colocó un azulejo con una calavera… La calle Susona – angosta y lóbrega, casi sin sol sol - arranca en la Plaza de Doña Elvira, barrio de Santa Cruz, Sevilla.




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