Las encinas tienen las bellotas
maduras; están moradas las acebuchinas, arracimadas en los varetones, como un
rosario de otoño que espera el momento para ir a tierra, y rendirle el tributo que pide la naturaleza.
El monte se ha vestido de oro viejo. Silba traspuesto el viento. Hay un
trasiego de nubes por el cielo azul. Los cantuesos están sin flores. Aulagas y
retamas se dejan bambolear por la brisa que se arranca a media mañana…
Tiene el monte parte del
terreno yermo. No cría nada. Hay roquedos que sobresalen entre la vegetación. Chaparrales, lentiscos, madroños y quejigos, carrascas…. En las
bajadas de agua, chopos y álamos, junqueras, algunas adelfas…
Hay murmullo de voces lejanas.
No está el monte en calma. Demasiado ruido desde el amanecer. Motores, gente
que habla entre ella y se grita, y un silencio roto por algo extraño que va de
quebrada en quebrada, de loma en loma. Trepa, sube a las cumbres, baja a lo más
hondo.
En la espesura están
agazapados, escondidos los animales. Aguardan en connivencia con su sentido de
supervivencia el momento oportuno para poner rumbo a una huida o a la espera
que se aleje el peligro si es que se va por otros sotos o vaguadas.
En un momento determinado el
animal no aguanta más. Le puede una fuerza interior que brota con un hervir de
sangre. Siente el latido de los perros muy cercano. La ralea cruza el monte y
es una jauría que ladra y ladra. Tanto que todo es un atronar de ladridos que se pisan unos a
otros sin misericordia.
El animal comete un error imperdonable.
Abandona la espesura. Deja las matas de tomillo y romero, los matagallos y las
jaras. Se va a campo abierto. Allí es presa fácil. Tan fácil como ofrecer su
yugular a los enemigos y entonces, es precisamente entonces, cuando suena un tiro que se pierde en un
reguero de agudeza lejana como un silbido escapado…
Sentado en ante el televisor
contemplo escenas que dejan atónitos. No sé quién es el animal agazapado, ni
quién forma parte de la jauría que ataca a ladridos primeros, casi a
dentelladas, después. Todo es una confusión y hay una voz que dice que con
muertos habría ido más rápida la consecución de sus objetivos. No doy crédito.
No quiero dar crédito…
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