martes, 11 de septiembre de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Se llama María



Vuelvo a Granada. Hacía tiempo que no iba por Granada. El verano ha pasado como pasan algunas cosas, con demasiada prisa. Vuelvo a Granada. No lo hago como en la canción de Miguel Ríos. No. Vuelvo de otra manera. A mi aire.

Aparco donde siempre. Subo por la calle Sócrates. Me percato que han cerrado la tienda donde yo compraba siempre, esquina San Marcelino Champagnat, el pan de Alfacar. Desde que abrieron el centro comercial Neptuno todo el centro de Granada tiene clavado, en lo más alto, un rejón de muerte…

Doblo por el Carril del Picón; luego, un poco más adelante, por calle Tablas. Trasiego, animación. Me llama una amiga. Le gasto una broma. Le pregunto a qué le suena el nombre de la calle. Me da explicaciones. Cuando se da cuenta… suelta una carcajada. En la esquina de Calle Angulo me acuerdo de Federico. Siempre me acuerdo de él…

Acuden los pájaros a pasar la noche en los plátanos de la Plaza de la Trinidad. Después me las ando por Mesones;  por Marqués de Gerona, a la Bib-Rambla. Recuerdo que en los puestos de flores – ya no están; mi madre, tampoco - le compraba flores a mi madre…

En la librería Dauro me compro unos libros. Por Zacatín, a la Gran Vía. Saco unas fotos. Isabel recibe a Colón. La historia se echa a la calle en Granada.

La Plaza Nueva está llena de gente. Santa Ana, preciosa. Una amiga, - otra – me dice que allí se casaron Estrella y el torero. Se asoma la gente a la balconada de la Torre de la Vela. “Quiero vivir en Granada, solamente por oír / la campana de la Vela… “ Eso lo dice la copla. Yo quiero vivir por otras cosas, por otras muchas cosas… ¿Tú  - porque te lo he dicho muchas veces - lo sabes, verdad?

Orillo el Darro. “Granada, agua oculta que llora”. Granada – Lisboa, también – tiene un ¡ay! de tristeza, de nostalgia y misterio por el aire. Miro, contemplo, me quedo absorto. Dejo que me lleven los sueños. El bosque todavía está frondoso. Granada bebe los últimos sorbos del verano…

De regreso, en la Plaza Nueva, me encuentro con una chica preciosa. Es tan bonita, como las rosas que se abren junto a los surtidores de la Alhambra. Mañana empieza el curso. Su padre es amigo mío. Se llama María…




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