Lo he leído en el
diario El Mundo. Se ha publicado una obra de Pla, hasta ahora casi desconocida,
‘Viaje a Rusia’. El Viaje a Moscú lo realizó en 1925. Lo recibió su amigo Andreu
Nin en el hotel Lux. Cuenta lo que ve, y como casi todo lo que escribe, es
subjetivo dentro de la objetividad de un libro de viajes ¿Un contrasentido?
Puede.
A Pla, Josep Pla,
lo descubrí siendo yo muchacho. Me he leído gran parte de su obra. Al menos la
que he encontrado en las librerías de Madrid que es el mejor sitio -sigo buscando, también algunas cosas, amigo
Fulgencio, que tenemos pendientes y que no las he olvidado – para encontrar lo
que no hay en otros sitio.
Alguien dijo de
él – se han dicho ¡tantas cosas! - que escribió más de treinta mil páginas ‘sin
hablar de sí mismo y sin contar nada de su vida’. Este hombre, con una
cuartilla en blanco y un lápiz en la mano, era un verdadero artista.
Desde la anécdota
ante Nueva York iluminado – ‘y, esto quien lo paga’ que dicen que preguntó, a
ese patear todo el Ampurdán – l’Ampordá que se diría en los tiempos que corren
– hasta esos viajes en barco de cabotaje, de puerto en puerto, por todo el
Mediterráneo… Todo en la obra de Pla, en libros de viaje, es una delicia. Perplejo,
excéntrico, controvertido, desapegado…
Minucioso, pormenorizado,
irónico, sarcástico… Me he preguntado para mí mismo cantidad de veces cómo se
habría desenvuelto en el mundo de agitación en que se mueve estos días la
sociedad catalana. ¿Los habría desenmascarado o se habría mimetizado con ellos
como ya lo hizo con el régimen aquel?
Por lo pronto su
obra – en castellano, en catalán no lo indagué, ¿para qué? no la encontré por
tres o cuatro librerías que anduve la última vez que estuve en Barcelona - está vetada; él, también. Ahora no sé si al publicarse este ‘Viaje a
Rusia’ correrá el mismo destino. O sea,
el ostracismo de ignorarlo. Quien no lea a Pla, a Josep Pla, se lo pierde…
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