La Cancula era el sitio donde
terminaba el pueblo cuando éramos niños. Había una prolongación, un poco más
allá, solo un poco más allá. Allí estaba la Fuente de la Manía donde se abrían
las carreteras – eufemismo de entonces, claro – que iban a El Chorro, por
Flores a Carratraca, y la que bajaba a la Estación… No, no es el caso.
La Cancula era el lugar donde
terminaban los paseos. Allí estaba
el cine de verano, donde en las noches de estrellas, Gary Cooper seguía,
como siempre, ‘Solo ante el peligro’ o John
Wayne cabalgaba y cabalga por los desiertos del
lejano Oeste tan lejano, entonces, como ahora, Marilyn…, bueno, eso era otra
cosa… No, no es el caso.
Solo traspasar el cine de
verano, estaba el parque. ¡ Ay de aquellas parejas que osaran, sin carabina,
adentrarse en la oscuridad… La lenguas afiladas del beaterío oficial cortarían
sin piedad hasta el despellejamiento… No, no es el caso.
Dijo Juan Ramón que el pueblo
se haría nuevo cada año. En la Cancula – que ya no es lo que era – se ha
abierto una Sala de Exposiciones. La cultura se ha tirado al monte. Bueno,
tampoco, tampoco. Por esa sala ya han pasado exposiciones de mucho tronío…
El maestro Azorín hablaba de lo
primoroso de lo pequeño. A eso iba. Mañana – viernes, 1, a las 8,30 de la noche
– Toñi Díaz Blanco cuelga una muestra de su arte. Toñi es una artista de lo
primoroso. Su trabajo –autodidacta – es en punto de cruz. Esta mujer ha logrado llevar al lienzo obras
de arte de la pintura universal.
Toñi, que es muy modesta, tiene
el miedo escénico del artista que casi no valora su trabajo. Se equivoca. Todo
lo que ofrece es primoroso. Asombra la capacidad su capacidad para darle ese
barniz especial que solo saben poner las personas que están tocadas por la
varita mágica de lo excepcional.
Su obra, primorosa. Su obra es
única. Su obra es de esas que van a
marcar un antes y un después de la exposición de la mujer que cambió el cielo
azul de su calle Peligros por el azul del Mediterráneo, su vecino de enfrente,
en Fuengirola, su pueblo de adopción. No se la pierdan. Le auguro a ella, un
éxito excepcional, a ustedes, cuando acudan, una enorme sorpresa.
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