El gallinero está un poquito ‘altereao’. Lo decía esta mañana en la
barra del bar un hombre mayor. Tiene – al menos a mí me lo pareció – más años
de los que aparenta, arrugas en la cara a modo de surcos profundos, como los
que hace el agua cuando corre con fuerza, y muchos silencios por dentro.
La televisión del bar ponía
imágenes de un parlamento. En el español hay una señora que no aplaude las
actuaciones de los suyos batiendo palmas. No. Golpea sobre la barandilla que
tiene delante de su asiento…
Dice el maestro Alcántara que
el silencio es la verdadera lengua universal de todos los hombes. “Podemos
hablar diferentes lenguas pero todos hablamos el mismo silencio”. No hay nada
más expresivo, más locuaz y más inteligible que el silencio. Solo hay que
pararse y escuchar el silencio.
Sería conveniente estar un rato
en silencio que no es lo mismo que estar callados. Silencio interior para
escucharnos, primero a nosotros mismos, luego, para saber que a nuestro
alrededor hay gente que tiene mucho que decir. Esperan el momento. A lo mejor,
ni les damos la más mínima opción para hacerlo.
Hace unos años conviví una
semana con unos amigos en Monasterio Jerónimo del Parral, en Segovia. Los
jerónimos como casi toda las órdenes religiosa están en una crisis que camina –
no en silencio, sino a voces – hacia la
extinción. La experiencia, positiva. De todo se aprende.
En las horas de ‘trabajo’ nos
mandaron colocar cientos de libros dejados sobre las mesas según habían
llegando. Esperaban la mano que los llevase al último destino. Me dijeron los
compañeros, que el año anterior, ellos que realizaron el mismo trabajo, habían
dejado una señal. Nadie había entrado en la biblioteca de miles de libros
durante todo ese tiempo. Allí reinaba otro silencio.
Dice el tópico que el campo
está en silencio. No es cierto. No hay en la naturaleza algo que hable más que
el campo. Solo cabe que alguien quiera escucharlo. El campo habla de una
manera que no es como habla el silencio. Al campo hay que saber escucharlo.
Hay que saber también escuchar
el silencio del mar. El rumor de olas en el rebalaje cuando se va la tarde, el
acucurro de nubes bajo el cielo… Son maneras que vienen de la mano del
silencio. Otro silencio…
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