viernes, 11 de mayo de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Libros




Este año no me las he podido andar por la Feria del Libro. Cosas que pasan. La Feria, eso tan usual cuando llega la primavera, que se hace norma en las ciudades que se precian, este año no la he pisado. Seguro que no me ha echado de menos. En la Feria a la gente se les invita, se les incita a la lectura…

Hay unas estadísticas demoledoras. Las conocí hace unos días. Extremadura y Andalucía, dicen los números, vamos a la cola de lectores en España. No sé. La estadística es la más mentirosa de las ciencias exactas. Eso de que quien se come dos pollos, y otro no los ve y luego resulta que nos hemos comido un pollo cada uno, pues, eso…

Me enzarzo con los libros que tengo a mano en la estantería cercana. (Mi mujer se empeña en limpiarles el polvo exterior, dice que es malo para los libros. Mi mujer lleva razón, pero es más malo no desempolvarlos del que se pueda acumular en el interior).

Me afano en releer ‘El cuaderno Gris’ de Joseph Pla. Me entusiasma y me engancha. ¿Cómo se puede describir tan bien? De Pla ya había leído su ‘Viaje a Pie’ donde da conocer el Ampurdá. Ese fue el primero que vino a mis manos. En ‘El cuaderno Gris’,  lo borda. Uno, que no es más que aprendiz de manchar papeles, se da cuenta de lo enorme que es su limitación. A pesar de ello, continuo con este diario.

Tengo gran parte de la obra de Pla. La encontré en Madrid hurgando por esas librerías que tienen lo que no se encuentra en otras. Los grandes engullen a los pequeños pero ahí  siempre se encuentra algo… Y ¡qué satifacción!

Hace unos días inicié la quinta lectura sistemática del Quijote. Cada día, sólo leeré, un capítulo. Sin prisa. Sin pausa. Esta vez he cogido una edición de la Editorial Anaya. Tiene letra grande y limpia. A cierta edad, ese detalle importa más de lo que parece.

Ustedes pensarán que soy un bicho raro. Están en su derecho. Lo soy…




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