jueves, 7 de diciembre de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Al Titirití

“Al titiri, tirando de frío…” Lo cantaba la pastoral que pasaba por la calle. Los chiquillos seguíamos a la pastoraL y, a veces, hasta los acompañábamos en los cantos. Los chiquillos de entonces teníamos una capacidad de absorción muy grande. Carecíamos de casi todo y las pastorales  era la nota diferente en los días anteriores a la Navidad.

“Aunque estaba la noche serena / por todos los campos la nieve caía…” La letra era de Antonio, el Divino – que era divino para muchas cosas, aunque él no lo supiese – y la música pues lo mismo podría ser de él, que del Maestro Escalona, o del Maestro Paquirri… No, sé. Entonces uno no caía en esas cosas.

Los niños de Álora no sabíamos lo que  era la nieve. En Álora no nieva nunca; en Belén, dicen que tampoco. Nosotros teníamos harina y talco y tiza molida y… bueno, los copos que no se derretían, y duraban tanto como el Nacimiento estaba montado, eran de algodón y se quedaban prendidos en las ramas de los tomillos que simulaban árboles enormes.

Nuestros ríos, porque el río era nuestro y del puente que lo cruzaba un pastor con un canarillo al hombro, y de los patos que nadaban y nadaban pero siempre estaban en el mismo lugar, nacía debajo de una gandinga del tren que formaba una covacha. Poníamos un espejo y, entonces todo era más profundo y más tenebroso.

Las pitas venían del Quebraero y el romero, las aulagas - ¡Dios qué pinchos tenían – las traíamos de la cercanía de la Cueva de los Infantes. Y la casa olía a romero y a tomillo  y a campo y a ilusión, tanta ilusión que lo llenaba todo.


Hay un cierto sonrojo y un tiquismiqui de ir contra los Nacimientos y los motivos navideños en las calles y en algunos adornos. En fin, cada uno sabrá. Cuando éramos niños las calles no tenían tantas bombillas ni los pueblos y ciudades competían entre sí para ve quien montaba el árbol más alto o gastaba más en luz – algunos parece que de luces andan un poco cortitos  - ni toda la parafernalia que montan. Hay una cosa clara. No teníamos de nada pero nos creíamos más felices.




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