lunes, 4 de diciembre de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Triniá

Ya ves. Tenía ganas de verte y, a mediodía, cogí el coche y me puse en camino. Hacía días que no sabía de ti. La última vez que nos vimos, el otoño todavía no se había puesto la ropa de trabajo y andaba a grescas con el verano que estaba aculado en tablas, como los toros mansos; sin ganas de moverse.

Aparqué donde siempre. Me subí por la calle del Obispo Hurtado – a éste ya mismo intentan quitarle el rótulo de la calle. Al tiempo –. Continué por calle Tablas. Como era Domingo no pasé como otras veces,  porque siempre encuentro algo,  por la Librería Atlas, la que está en Fábrica Vieja; estaba cerrada.

En la esquina de calle Angulo  - ¡ay calle Angulo, por Dios, si las calles hablasen! – un hombre de color pedía limosna. Lo políticamente correcto dicen que es llamarlo de color. Era un hombre negro. Estaba sucio. La gente, la poca gente que había por la calle, pasaba de largo.

El hombre de color ha llegado a una tierra que él creyó de promisión. El hombre de color habrá pasado mil peligros para llegar a un lugar donde la gente no lo mira y él implora caridad en una esquina de Granada… Y digo yo, ¿mira que si lo que pide es Justicia?

Y llegué… Y tú estabas allí. ¿Sabes? No me senté en el banco de siempre. Hacía frío. Bastante frío; el mármol estaba helado. Granada y Diciembre y eso tiene su precio. Pero tú estabas preciosa. Los plátanos vestidos de día grande. La luz jugaba al escondite entre sus hojas. Estaban con la Gracia de Dios a pedir de mano.

No había rosas en los rosales, ni pájaros cantarines, ni palomas bebiendo en la fuente que por cierto no echaba agua. Tampoco estaban lo mirlos que picotean buscando bichillos entre la frondosidad de tus jardines.


Me pongo a darle vueltas a la cabeza. Pienso en el hombre de antes, el de la esquina de calle Angulo – y, en el otro del calle Angulo, también -. Echo mano a los versos del Maestro Alcántara. “Si otros no buscan a Dios / yo no tengo más remedio:/ me debe una explicación”  y,  por si fuera poco , tú llamándote, Plaza de la Trinidad.





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